El Zumbido del Moscardón
Alejandro Leyva Aguilar
Es imposible no hablar de lo que está pasando en Oaxaca en estos dos últimos días. El pasado 4 de octubre día de San Francisco de Azis y como si fuera un día para hablar literalmente con los animales, hubo un caos generado por protestas de trabajadores del sector salud y otros sindicatos que quieren seguir gozando de sus conquistas laborales.
Ayer el sindicato 3 de marzo, del ayuntamiento capitalino, también desquició la vida de los habitantes de la Verde Antequera bloqueando prácticamente todas las arterias importantes y provocando enconos entre los ciudadanos que tuvieron que hacer largas colas y caminar muchas distancias para poder llegar a sus destinos.
Oaxaca es una de las entidades del país que, al término de la desastrosa administración pasada de Gabino Cué, quedó endeudada por la estratosférica cantidad de 30 mil millones de pesos. Si hacemos un recuento de la deuda de otros sexenios, podemos decir que José Murat la endeudó con 800 millones, Ulises Ruiz con 3 mil millones y Gabino Cué -el único gobernador no priísta- la desfalcó con 30 mil millones de pesos.
Cuando Alejandro Murat Hinojosa llegó al poder el primero de diciembre de 2016, tuvo la necesidad de hacer una conferencia de prensa para anunciar este desfalco al erario y puntualizar las acciones de ingeniería financiera para poder hacerle frente a los compromisos que se le venían encima.
Desde entonces hubo reducción de sueldos y la necesidad de una ordenada estrategia de eficiencia económica para que Oaxaca pudiera respirar ante la deuda tan grande heredada de gobiernos anteriores.
Nóminas infladas, un sindicato de trabajadores engrosado por los amigos de Vargas Varela ex secretario de administración con Gabino, improductividad administrativa, aviadores en las nóminas de muchas dependencias, fue la constante en los primeros meses de la administración de Alejandro Murat que supo sortear con mucho profesionalismo, estos primeros embates.
Y todo iba bien, hasta que se apareció el coronavirus y vino a cambiar el mundo como lo conocemos pero además a crear las crisis económicas más grandes que hayamos tenido no solo en México sino en muchos países del orbe.
Otro virus apareció en 2018 y ese fue el peje que retrocedió en la manera de hacer política a la antigüita, como en los años 70 cuando solo había una voz y esa era la del Presidente, así que cambió hasta la manera de entregar los recursos que ahora, por instrucciones suyas, se le dan a las personas y no a las organizaciones.
A pesar de ello, la administración de Murat Honojosa ha tenido al menos dos reconocimientos de organismos autónomos como el CONEVAL y el INEGI que aseguran bajó el índice de pobreza y creció a un ritmo sostenido de un 4 por cierto, a pesar del coronavirus y del pejevirus al que ha tenido que domar con inteligencia.
No obstante las protestas por el asunto de salud, donde el mandatario plantea una evaluación del retorno de inversión en capital humano para hacer eficiente y efectivo el servicio, pues no le gustan mucho a los que van solo a cobrar y por eso se manifiestan dado que es lógico que defiendan su modus vivendi.
Mención aparte merece el tema del Ayuntamiento. A pesar de que el responsable directo es el morenista Oswaldo García Jarquín, todo mundo le echa la culpa a Gobierno del Estado por que la gente supone que, como aquí esta la sede del ejecutivo, es él y no el alcalde, el que debe resolver los problemas.
Alejandro Murat Hinojosa incluso ordenó adelantar las participaciones municipales para hacerle frente a los requerimientos del sindicato 3 de marzo por un monto de 20 millones de pesos que ya fueron depositados a las arcas municipales y ni así se ha resuelto el problema porque existe una ausencia de gobierno ante el olvido del alcalde morenista.
Nuestra bella ciudad está sucia, hay mucha inseguridad en el Centro Histórico y no se diga en agencias y colonias, el ambulantaje ha ahogado las calles del centro, las vialidades están destrozadas, no hay un plan claro de reactivación económica post COVID, en fin Oaxaca de Juárez es una ciudad sin ley y las consecuencias las vivimos a diario.
Súmele a eso querido lector de estas columnas, que el dinero que le llega a Oaxaca, se dispersa en 570 municipios (todos ellos con cabildos que cobran nómina), 14 mil comunidades (que también cobran nóminas), un cúmulo de organizaciones sociales y políticas, además de sindicatos, muchas de ellas que exigen sin aportar, pues claro que cuando se restringe el bolsillo, todos brincan.
El próximo año habrá elecciones en Oaxaca y todo parece indicar que los oaxaqueños, por tantas visitas del peje a Oaxaca, ya decidió por morena, pero habría que invitarlos a hacer una reflexión en la que se pusieran todos a pensar ¿qué es lo que nos conviene?; aquí en la capital y en varios municipios vivimos dos gobiernos: el del PRI de Alejandro Murat y el de morena con sus alcaldes como Oswaldo García Jarquín que ni ata, ni desata.
¿A quién le dará su confianza?
@leryvaguilar
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