El Zumbido del Moscardón
Alejandro Leyva Aguilar
Al peje no le gustan que lo midan de no ser que sean sus encuestadoras que dicen que es uno de los gobernantes más populares del mundo mundial. Pero si lo mides en Producto Interno Bruto, en generación de empleo, en índice de inseguridad, feminicidios, reducción de la pobreza, abasto de medicamento, estrategia contra la pandemia, número de asesinatos, índice de criminalidad, combate al narcotráfico, migración, alza de precios o inflación, López y la cuatroté, salen reprobados.
Uno de los indicadores que no le gustan mucho al vejete de Macuspana, es justamente la inflación que ha llegado a Máximos históricos, ni en las peores crisis de Zedillo o Enrique Peña, la inflación había llegado siquiera al 5 por ciento. Hoy está al 7.4 y los analistas estiman que llegaría en el segundo trimestre de este 2022 a la escandalosa cifra del 8 por ciento.
Voy a tratar de explicarle a los chairos sucintamente qué es la inflación. La Real Academia de la Lengua Española dice que inflación es el incremento excesivo de algo y por tanto en economía y finanzas, se refiere al proceso económico provocado por el desequilibrio existente entre la producción y la demanda. Este desequilibrio, causa una subida continuada de los precios de la mayor parte de los productos y servicios y, por consiguiente, una pérdida del valor del dinero para poder adquirirlos o hacer uso de ellos.
La inflación entonces es el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios existentes en el mercado durante un determinado periodo de tiempo. Cuando el nivel general de precios sube, con cada peso, se adquieren menos bienes y menos servicios.
Entonces es muy fácil darse cuenta de la inflación cuando compramos un bien o servicio que generalmente consumimos, por ejemplo la tortilla; si comparamos el precio de este alimento en el último trimestre de 2021, veremos que ha sufrido un aumento en su precio de 7.4 por ciento, pero esa estimación cambiará a junio cuando el precio aumente hasta 8 por ciento más.
Apenas hace unos días se dio a conocer el dato de inflación de la primera quincena de abril, que resultó por arriba de lo pronosticado. Analistas empezaron a revisar al alza sus estimados para el cierre de 2022, incluso advirtieron que la tasa anual podría alcanzar hasta el 8 por ciento ante las persistentes presiones inflacionarias.
Cuando terminó la semana, el INEGI dijo que en la primera mitad de abril, la inflación a los consumidores tuvo una aceleración del 7.72 por ciento anual, la mayor que se ha registrado desde ¡HACE 21 AÑOS!, misma que superó la expectativa del mercado que esperaba un nivel de 7.63 por ciento.
El analista de Monex Marcos Daniel Arias consideró que “la inflación superará el umbral del 8 por ciento en mayo o junio, y que el anhelado pico de la inflación podría no ocurrir sino hasta finales del tercer trimestre del año, de esta manera, la inflación retrasaría su convergencia al objetivo del Banco de México de 3 por ciento +/- 1 punto porcentual, lo que podría significar que en 2023 y 2024 aún se registren tasas superiores al 4 por ciento.
Para frenar la aceleración del incremento en los precios, el Banco de México y seguramente a sugerencia del gobierno de la cuatroté, podría establecer la tasa de interés en 9 por ciento, apenas un punto porcentual abajo de los dos dígitos, considerado como catastrófico, para quienes tengan contratados créditos.
De acuerdo al reporte del INEGI, la inflación subyacente que elimina de su cálculo los bienes y servicios con precios más volátiles y que es en la que el Banco de México pone más atención, se ubicó en 7.16 por ciento. En esta inflación subyacente las mercancías mostraron un alza anual de precios de 9.13 por ciento, explicado por el aumento de 10.68 por ciento en los precios de los alimentos, bebidas y tabaco, mientras que los servicios reportaron una tasa anual de 4.94 por ciento.
No importan los incrementos a los salarios mínimos entonces, porque el índice inflacionario le hace perder valor a la moneda. Hoy tienes que trabajar el doble -aun con el salario mínimo aumentado- para comprar una canasta básica.
Todo eso, producto de una pésima administración de las finanzas públicas, producto del derroche de dinero en dádivas electorales, producto de haberse gastado 700 mil millones de pesos de la reserva federal en programas que no producen y al contrario, consumen de manera irresponsable recursos financieros, todo eso producto de un “presidente”, así en minúsculas y entre comillas que no tiene la más remota idea de lo que es la economía mexicana.
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