En medio de la amargura que fue la pérdida de la final del Apertura 2019, el americanismo encontró un poco de consuelo en el hecho de haber hallado al delantero que buscó mucho tiempo en diversas latitudes y que no daba con él. La irrupción de Federico Viñas en la pasada liguilla, es una noticia que llena de esperanza al aficionado de América y al mismo cuerpo técnico.
Es más fuerte su hambre de trascender que cualquier situación adversa, entendió que el futbol le había puesto frente a sí una oportunidad inmejorable, una con la que sueñan muchos futbolistas en Sudamérica, pero que muy pocos alcanzan y a sus 21 años los astros se le alinearon.
A Viñas se le trajo como un complemento de emergencia, aunque el club ya le había dado seguimiento a través de departamento de Inteligencia Deportiva; era un fichaje que entraba en planes futuros y no inmediatos, pero la lesión que sufrió Nicolás Castillo en la Jornada 3, llevó a la directiva a mover sus fichas.
Cuando muchos esperaban un fichaje rutilante, el anuncio del club fue sorpresivo. América apostaba por un chico desconocido, proveniente de un equipo humilde de Uruguay, una escuadra llamada Juventud Las Piedras. No faltaron los cuestionamientos al por qué las Águilas no traían alguien de más renombre. Miguel Herrera, entrenador de América, explica “al club se le exige que traiga fichajes bomba, que gaste dinero a manos llenas, pero eso ha cambiado, y no porque no haya dinero; lo hay, pero somos más mesurados. Invertimos mejor, estamos trayendo gente joven y está resultando. Nos da gusto que Viñas fuera vitoreado por la afición, es un chico al que nadie le apostaba; nos dijeron que era un jugador que no tiene nombre y que no había figurado.
Nosotros fuimos a verlo, nos gustó mucho su actitud, lo traíamos para competir y desde que llegó dijo que estaba listo para levantar la mano y buscar ser titular”, comentó el Piojo. Y es que Federico mostró su decisión en sus primeros pasos. Debutó en la jornada 9 y antes de tener un minuto en el campo de juego logró su primer gol en México, en el Estadio Azteca y en un clásico contra Pumas.
Otro toque del destino. Un par de jornadas después hizo su segundo gol, en la cancha de Ciudad Juárez. Cuando Castillo se recuperó, a Viñas le tocó ir al equipo sub 20, Miguel tenía a su disposición a los 10 extranjeros y fue el sacrificado un par de partidos, pero incluso con los menores destacó con un par de goles. El inicio de la liguilla lo vio desde el palco, pese a que había un cupo para él por una nueva lesión de Castillo.
Sin embargo, en el juego de vuelta de cuartos contra Tigres, apareció esa versión de Federico que conquistó al americanismo. El uruguayo no se achicó en los escenarios más intimidantes como son los partidos de liguilla, que demandan carácter. En el Volcán, comandó la remontada de las Águilas con el primer gol, y nunca rehuyó a la batalla cuerpo a cuerpo. Ahí completó su primer partido en el futbol mexicano. Y en el juego de vuelta de las semifinales marcó el segundo tanto, el que valió el pase a la Final. Ese día escuchó al Azteca corear su nombre, cuando hay jugadores les lleva una lluvia de partidos lograrlo y otros nunca lo viven. Con Castillo a disposición para la Final, el cuerpo técnico respetó el momento del uruguayo por encima del cartel del chileno.
Y Viñas no falló, suyo fue el remate del gol en el juego de ida y también marcó el primer tanto en el juego de vuelta. Quizá si él hubiera cobrado el primer penal quizá no hubiera fallado. Federico Viñas es una realidad, demostró que a sus 21 años puede ser el 9 de América; es un delantero que no se fija en si tiene o no el cartel que otros de sus compañeros, él confía en su ambición. Federico es el presente y futuro de la delantera de América, por encima de Nicolás Castillo y Roger Martínez.
MILENIO
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