Joel Hernández Santiago
Días antes a este domingo 18 de febrero comenzaron los latigazos. Comenzaron a lanzar los dardos envenenados. Era como si se anunciara que ‘Ái viene el coco’.
Se descalificaba tanto a los organizadores –diversas ONG’s relativas a la democracia y al hecho público- y sobre todo se cargaban los dardos en contra de aquellos a quienes, desde Palacio Nacional, acusan de ser ‘malos mexicanos’, de ‘dar la espalda al pueblo bueno’, ‘conservadores’, ‘herederos del neoliberalismo’ y todas esas lindezas que de tanto reiterarlas ya suenan a letanía, demodé, cutre, primitivas y sin cepillar.
¿Por qué tanto temor de este régimen y de Morena a estas manifestaciones masivas? ¿Por qué tanto repudio? ¿Por qué tanta inquina en un país –dicen- de libertades?
Es natural que todo gobierno, en cualquier parte del mundo, acuse a sus adversarios políticos de ser enemigos de su gestión y de sus políticas públicas, administrativas, de gobierno; de incomprensión a sus decisiones y de su forma de entenderse con los ciudadanos.
En todo caso lo único que pide este sector de la población en sus tres salidas masivas es prácticamente lo mismo: Democracia plena, limpia y sana; salvaguarda y autonomía intocable de las instituciones electorales: Instituto Nacional Electoral; Tribunal Federal Electoral…; transparencia y fuera manos del gobierno en las próximas elecciones del 2 de julio… Nunca la intromisión del crimen organizado en lo electoral.
Acusan que la 4-T quiere cambiar la Constitución a su modo; que quiere construir un país en base a sus criterios políticos –ni siquiera ideológicos o doctrinarios, porque no los tienen–. Se dice que este es un gobierno de izquierda pero en lo esencial no lo es. Y de hecho la 4-T ha desactivado a la izquierda política y social en México…
Un gran reclamo este domingo fue el relativo a las 20 reformas constitucionales que propone el presidente de México al Congreso, las que –según los manifestantes- atentan en contra de la Constitución misma y sus mandatos en ley; aprobarlas agotaría toda posibilidad de libertad, derecho, justicia, pluralidad y podría anular de forma definitiva la esencia de la República federal, representativa y con división de poderes.
Y, como dijera Ramón de Campoamor: “En este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”:
Para unos esta manifestación es una forma de traición a las propuestas y gobierno de la 4-T. En tanto, para la multitud que se expresó este domingo en las calles, como millones en redes sociales, esta expresión es por inconformidad por todo lo que pasa y lo que ocurre en el país. Y, como dijera el clásico popular: ‘lo que se ve sí se juzga’
Este domingo acudieron al centro de la capital del país y llenaron el Zócalo y calles adyacentes algo así –según los organizadores- como unas 900 mil personas. En tanto que para el gobierno de la ciudad de México apenas se calculan unos 100 mil. Y volvemos a Campoamor.
Réplicas en menor escala ocurrieron en distintas capitales del país en donde grupos grandes o medianos se concentraron a la misma hora para exigir lo mismo.
Y ahí, frente a la multitud que se congregó en el Zócalo capitalino habló, como único orador del evento- Lorenzo Córdova, el mismísimo Lorenzo Córdova al que el presidente trae entre ceja y ceja. El mismo al que acusó de mal funcionario electoral, de gastar dinero a diestra y siniestra, el mismo que se oponía a favorecer las consignas de Palacio Nacional y por lo mismo se convirtió en el “péguele al negro” de la 4-T.
Sin mencionar el nombre del presidente, Córdova aseguró que “desde el poder” se busca destruir sistemáticamente la democracia y las instituciones constitucionalmente autónomas de México. “Hoy todo esto está bajo amenaza”, enfatizó.
“Nos pasamos más de 40 años construyendo una escalera para que quien tuviera los votos pudiera acceder al primer piso y hoy, desde el poder, quien llegó a ese primer piso por la libre voluntad de la ciudadanía pretende destruir esa escalera para que nadie más pueda transitarla”
“Hoy estamos frente a un proyecto de regresión autoritaria. No se trata de especulaciones o de falsas alarmas, ahí están las iniciativas. Se busca desaparecer a los órganos autónomos para que las tareas vuelvan al Ejecutivo tal y como sucedía hace 30 años…”
El presidente de México, furioso, dijo el lunes 19 de febrero: “Es como el mundo al revés, ellos son los demócratas, nosotros la dictadura; ellos no tienen nada que ver con los narcotraficantes, nosotros somos los narcotraficantes … Cuando ellos estaban se padeció un narco-Estado, hay pruebas, no calumnias, ahí está García Luna que fue secretario de seguridad de Calderón y protegido de los que fueron ayer con la marcha”… y más.
Y, enseguida, claro, of course, como es usual, Claudia Sheinbaum repitió: “Resulta importante señalar la falsedad e hipocresía de aquellos que hablan o marchan por la democracia cuando en su momento promovieron fraudes electorales o nunca vieron la compra de votos.”.
Y así más funcionarios de gobierno que descalificaron una marcha que, por lo que ellos expresan, sí se vio.
México está en vilo. México tiene a la vista meses de turbulencia. Lo mejor será que se actúe en democracia, que se saque a los caballos de Troya que envió la 4-T al INE a la SCJN, al Tribunal de lo Electoral y al Congreso… e intentemos con la democracia, limpia, transparente y sin chanchullos disfrazados: será entonces cuando en verdad se escuche la voz del pueblo: la demo-cratos.
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