Escuchar a los estudiantes.

Joel Hernández Santiago

Siempre es bueno refrescar y airear el ambiente denso que se vive hoy en México. Escuchar otras voces, otros modos y otras intenciones. Si esto es así entre los ciudadanos de a pie, que en ejercicio de sus libertades y en democracia pueden hacerlo, mucho más lo es cuando son los jóvenes mexicanos los que participan con su voz y su paso firme en lo que consideran que debe ser el futuro del país.

 

Y lo dicho y mil veces dicho. Fue un hombre convencido de que la izquierda política era el camino de la solución y la justicia. “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica” arengó Salvador Allende el 2 de diciembre de 1972 en Guadalajara, México.

 

Y hacía mucho tiempo que en México estos jóvenes universitarios no expresaban su “si” o su “no” en temas de importancia nacional.

 

A veces parece que hay una extraña placidez entre los jóvenes que parece que ven pasar la vida como si nada ocurriera, fuera de sus propias realidades, sus ocupaciones y proyectos. Lo social parece que les es ajeno. Pero no es así. Están alerta. Están avispas en todo lo que pasa y lo que ocurre en su entorno estudiantil, pero sobre todo en su entorno social y político.

 

Por eso se dice que cuando hay un problema de gran envergadura y una contradicción entre gobierno y ciudadanos, lo mejor es estar en paz con los estudiantes. Porque ellos no tienen pelos en la lengua, porque ellos no tienen contención en sus ideales, no tienen quien les regateesu presente cargado de energía, de lucidez, de empuje y valentía.

 

Tan sólo en el siglo XX hubo enorme participación de jóvenes universitarios en la construcción de nuevas vías de solución al tema de gobierno, democracia, autonomía, derechos, libertades…

 

Así ocurrió en 1929 cuando de forma masiva salieron los jóvenes estudiantes de entonces para luchar por la autonomía de su universidad. Así se consiguió la Universidad Nacional Autónoma de México. Por entonces los grupos conservadores del país acusaron al movimiento estudiantil de ser promovido por fuerzas obscuras que querían la desestabilización la República.

 

Surgieron líderes estudiantiles que se volcaron por sus ideales y porque su movimiento no se saliera de los causes por los que estaban luchando. Un año proclive a los excesos permitió que los jóvenes expresaran su voluntad de autonomía universitaria. Era el año de las elecciones en las que José Vasconcelos quería ser presidente de México.

 

Ganó el Maximato. Plutarco Elías Calles, el jefe Máximo, impuso a Pascual Ortiz Rubio. Pero sí se consiguió la autonomía: fue la fuerza de esos jóvenes la que la consiguió:

 

Por entonces surgieron figuras emblemáticas del movimiento estudiantil: Alejandro Gómez Arias, a quien se eligió presidente del Comité de Huelga, el secretario era Ricardo García Villalobos y sus más cercanos colaboradores: Carlos Zapata Vela, José María de los Reyes, Teodosio Montalbán, Salvador Azuela, Efraín Brito Rosado… tantos más.

 

“El reclamo de las universidades por un alto grado de autonomía no se basa en privilegios, sino sólo así pueden servir a la sociedad de la mejor manera.”, se dijo. Y de ahí, de las universidades, surge gran parte de lo mejor del pensamiento, la creación, la ciencia, la tecnología, el arte, la reflexión del ser humano.

 

El futuro del país depende gran medida de los egresados universitarios que llegan al mundo laboral con herramientas firmes para ayudar a construir a su nación.

 

Por eso no debe dejarse de escuchar a los muchachos. Ya para apoyar una decisión de gobierno o para rechazarla. Hay que escuchar a las dos partes. Merecen ser escuchados, siempre y cuando no haya en su participación intereses ajenos al gran interés y beneficio nacionales.

 

En México, las luchas estudiantiles han sido definitivas. Algunas de las más relevantes fueron las ocurridas ese año, 1929, como luego en 1933, 1944, 1956, 1958, 1966, 1968, 1971,1987…

 

Con frecuencia se hace mención a lo ocurrido en 1968 y la represión y tragedia de Tlatelolco el 2 de octubre; lo mismo el movimiento reprimido de 1971 en San Cosme, Distrito Federal. Pero lo cierto es que muchos otros movimientos estudiantiles se han quedado en el olvido, pero no fueron inútiles.

 

Por eso, ahora que los jóvenes estudiantes de derecho han salido a las calles para reclamar en contra de la imposición de una Reforma Judicial que consideran injusta es muy importante escucharlos. Que tanto el gobierno federal o los legisladores de mayoría Morena no hagan caso omiso de este llamado.

 

Por cierto hay miles de jóvenes que se oponen a esta reforma, y lo harán antes y después que se discuta y se apruebe o no en el Congreso: quieren ser escuchados. También hay estudiantes que apoyan la implantación de la Reforma Jurídica: También merecen ser escuchados, es propio en democracia, es propio en libertades, es propio en la lucha por conseguir lo mejor para el país.

 

Nada de caprichos. Nada de rencores. Nada de venganzas. Está en juego el futuro de la nación, el futuro del país, de la República. Y hay que escuchar todas las voces, a todos; las razones, los pros y los contras, para llegar a conclusiones válidas, justas y de Estado: Es democracia.

 

Será muy lamentable que hoy o mañana o cualquier día se apruebe una Reforma Constitucional sin haber escuchado a los mexicanos, los de a pie, los del campo, los de las fábricas, los del comercio, los del mar y los desiertos…

 

Mucho se lamentará si no se escucha, hoy, con atención, a los estudiantes que tanto queremos en México y que son voz, que son grito, que son fuerza e inteligencia y justicia… Porque serán ellos y sus hijos quienes habrán de cargar con lo que hoy se les herede.    

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