A un mes de la explosión registrada en una toma clandestina en Tlahuelilpan, Hidalgo, Cenorina Solís Granados pregunta todos los días por Alejandro Reyes Solís e Isaac Guzmán; sin embargo, la respuesta siempre es la misma: “Nada”.
El 18 de enero la familia de Cenorina perdió a tres de sus hombres porque, además de Alejandro e Isaac, quienes todavía no han sido identificados, también murió su abuelo: él alcanzó a ser trasladado, primero al hospital de Mixquihuala, y luego a de Ixmiquilpan, donde finalmente falleció.
En Tlahuelilpan de un día a otro las mujeres se quedaron solas, la mayoría perdió a sus hombres el pasado 18 de enero y ahora, en la incertidumbre, no les queda más que retomar su vida.
“Nada más me quedó un hombre, mi otro hijo”, comentó Cenorina, quien ahora tiene que cuidar a los niños de Alejandro e Isaac, porque sus mamás salen todos los días a buscarlos. Alejandro era albañil y trabajaba en Tepeji, mientras Isaac era repartidor de alfalfa.
El día de la explosión en Tlahuelilpan regresaron del trabajo, pero salieron de la casa luego de escuchar la noticia de que “estaban regalando gasolina”. Cenorina recordó que la tardenoche del 18 de enero su nieto de 13 años fue a buscarlos: “Mi hija le dijo que le avisara a su abuelo que ya se regresara porque ya habían llegado los de Pemex; sin embargo, cuando fue explotó la toma clandestina”. El niño, detalló Cenorina, alcanzó a ver que su abuelo trató de sacar de entre las llamas a Alejandro e Isaac, pero luego vio que también quedó herido y trasladado en un ambulancia… Los cuerpos de Alejandro e Isaac quedaron en el pastizal chamuscado.
Cenorina también narró que en cuestión de minutos les perdieron el rastro: “A mi hija le dijeron que estaba juntos, pero cuando fue a buscarlos, un militar no la dejó pasar. Aventaban los cuerpos y nos dijeron que si nos acercábamos, los iban a balacear”. Desde entonces, la incertidumbre en Tlahuelilpan ha sido la marca de una rutina que comenzó la tarde noche del pasado . “Primero nos engañaron diciendo que fuéramos al auditorio, porque ahí llegaban los cuerpos, pero nunca llegaron”.
Día tras día, las mujeres salen a recorrer los hospitales para encontrar a sus hombres: “Ellos estaban a la vista para que una ambulancia los pudiera recoger, ¿cómo es que desaparecieron?”, cuestionó Cenorina. Desde el día de la tragedia, la familia de Cenorina ha recibido despensas y 15 mil pesos como apoyo, aunque admite que no sabe bien de dónde proviene: “Unos dice que fue el gobierno, pero otros que fueron los chinos”.
Sin embargo, cuando se le pregunta si es posible vivir así, responde simplemente que no.
Galveston: uno en estado grave
De los cuatro menores que fueron enviados al Hospital Shriners, en Galveston, Texas, uno aún está grave. Juan Alberto Martínez, de 15 años, tiene quemaduras en 85% del cuerpo; sin embargo, está con los mejores especialistas, informó la Fundación Michou y Mau.
Milenio
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