Eduardo de Jesús Castellanos Hernández
Si a usted le parece que está bien que, en una sociedad pretendidamente democrática, un presidente de la república utilice el dinero del presupuesto público para hacerse propaganda, diciendo un día sí y otro también que gobierna muy bien -y que todos los que no estén de acuerdo con él deben ser castigados por lo menos con su desprecio-; y que reparta ese dinero -que proviene de las contribuciones que pagamos todos y de la deuda que se paga también con nuestras contribuciones- entre los electores para comprar sus votos -en lugar de dedicarlo a obras y servicios públicos que más tarde o más temprano resuelvan problemas de todos conocidos y sufridos-, a lo mejor no coincide con lo que adelante va a leer.
Sucede que la mayor parte de los gobernantes -reyes, presidentes, primeros ministros, cancilleres, etc.- de los países del mundo reclaman ser gobernantes democráticos, sea porque llegaron al poder político estatal mediante procedimientos de la democracia electoral o sea porque dicen que gobiernan para beneficio de toda la población o de los más pobres o porque, según ellos, hacen las cosas lo mejor posible y por eso a todos les tiene que ir o les va requetebién.
El caso es que, como luego hay elecciones periódicas e incluso reelección, pues algunos o varios o muchos de esos gobernantes tienen un amplio apoyo en las cámaras legislativas que se supone están formadas para controlar el ejercicio del poder ejecutivo -mayorías gracias a las cuales cualquier forma de control se convierte en una aprobación permanente de todo lo que haga el gobernante ejecutivo e incluso le aplaudan todo lo que haga o deje de hacer o, todavía más, hasta le canten las mañanitas el día de su cumpleaños-.
Naturalmente que gobernantes que resultan tan buenos para gobernar -sea porque se hacen mucha propaganda o porque en efecto logran resultados a todas luces positivos para sus gobernados-, hasta pueden llegar a reelegirse. Así es que, como ha sucedido varias veces en América Latina y aquí mismo en México, pueden reformar la Constitución para reelegirse -pues luego hay algunas constituciones que dicen que no es posible la reelección de tan buenos gobernantes-, o por lo menos para prorrogar algunos meses o años el periodo de su cargo. A lo mejor en una de esas en un siguiente intento sí logran la reforma constitucional para reelegirse -y segur sacrificándose por el pueblo al que tanto aman y desean servir-, una o dos o varias veces más.
Otros gobernantes más abusados han seguido mandando, aunque formalmente ya no sean presidentes de la república, pues tuvieron el buen cuidado de que los sucediera en el cargo alguien a quien pudieran mangonear sin que éste, o ésta, pusiera muchos reparos en hacer lo que le indicara el que lo o la dejó en el cargo. Vaya usted a saber para qué hacen esas cosas, sea para hacer negocios o solamente por pura vanidad, pero el caso es que luego a veces llega a suceder. Los ciudadanos a veces ven esto con complacencia y los académicos pues simplemente platicamos en clase o dejamos escrito lo que vemos o pensamos que puede suceder.
Como nadie sabe qué cosa fue primero si la gallina o el huevo, resulta que ese asunto del modelo democrático tampoco nadie está seguro si empezó primero con la democracia electoral, política pues, o con la democracia económica, la economía de mercado y su crecimiento. Es decir, en este otro caso, que los flamantes ciudadanos tuvieran alguna holgura económica para ponerse a pensar si estaban bien o mal gobernados por el rey, el emperador, el presidente o como se le llamara al que mandaba a los demás, y se les ocurriera empezar a pedirle cuentas, o incluso hasta elegirlo.
La teoría de las élites dice que, aunque todos somos iguales, pues hay algunos más iguales que otros y por eso dirigen los asuntos principales de una sociedad, es decir, los asuntos políticos y los asuntos económicos -en alguna época los asuntos más importantes eran los religiosos, pero las cosas no han cambiado mucho porque ahora los asuntos ideológico-políticos algunos los ven como si se tratara de una religión-.
Como, también, desde hace mucho se ha escrito que el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe absolutamente, pues entre las propias élites empezaron a pensar formas de controlar el poder de las élites gobernantes. Surgieron así el Estado nacional, la división de poderes, el control de la constitucionalidad, los derechos humanos, la democracia electoral y todas esas cosas con las que me gano la vida dando cursos sobre su correcto funcionamiento, sea que éste se presente o no en la realidad pues eso no es mi problema sino solamente dar cursos e impartirlos más o menos bien.
En México, después de muchos contratiempos en los que no me detengo para no aburrirle, surgieron una serie de autoridades encargadas de la cuestión electoral: el Instituto Nacional Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Fiscalía de Delitos Electorales -a veces también en estas cosas electorales la Suprema Corte de Justicia de la Nación-. Este esquema se presenta a nivel federal de gobierno, pero se repite más o menos igual o parecido en las entidades federativas. El chiste de todo esto es que el que organiza las elecciones, cuenta los votos o sanciona a los que hagan trampa, lo haga bien, con eso que le llaman autonomía, independencia, imparcialidad, legalidad y todas esas cosas que ya dije antes.
Qué tanto lo sean -autónomos, independientes, imparciales, etc.-, tengo mis dudas, pues los que los eligen son los propios partidos políticos a través de los legisladores -diputados o senadores- que ellos postulan y nosotros, los ciudadanos-electores, elegimos. Pero, al parecer, con altas y bajas, durante los últimos veinticinco años las quejas han disminuido, hasta ha habido tres alternancias partidistas en la presidencia de la república; algunos años las cámaras estuvieron divididas -el presidente no tenía mayoría que lo apoyara en las cámaras federales-. Hasta que vino el triunfo del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien barrió con todos sus opositores y obtuvo mayoría absoluta en ambas cámaras federales. El INE organizó la elección y reconoció su triunfo, pero eso no es obstáculo para que el presidente ataque al INE cada que puede. Parece que lo que no le gusta es que haya un órgano que organice elecciones donde él o su partido no ganen, pues todo indica que nada más le gusta ganar y tener siempre la razón.
De hace un tiempo para acá, en México -al igual que en otras partes-, han surgido algunos procedimientos de democracia electoral a los que se les llama de democracia directa o semidirecta -iniciativa popular, referéndum, plebiscito, revocación del mandato, etc.-. Como en la realidad la democracia electoral solo puede funcionar más o menos bien con partidos políticos consolidados, ellos mismos con democracia interna también consolidada -lo que rara vez es el caso, al menos en México-; pues sucede que los procedimientos de la susodicha democracia directa o semidirecta son manejados de manera directa o encubierta por los partidos políticos. En el caso del partido gobernante, MORENA, curiosamente, éste ha sido el principal impulsor de la consulta pública que solicite abrir el proceso electoral de revocación del mandato al presidente de la república.
El caso es que llegamos por estos días a una situación muy simpática: 1) creo que nadie quiere que se vaya el presidente López Obrador antes de que termine su periodo constitucional, por la sencilla razón de que nada se resuelve y mucho se complica si es que se va; 2) pero el presidente de la república y su partido están muy obstinados en que se lleve a cabo la consulta popular -recolección de firmas- para abrir el proceso electoral en el que se pregunte a la ciudadanía si el presidente se va o se queda; 3) como este otro proceso electoral, previsto en la Constitución y en la ley -aunque no sirva para nada- lo organiza el Instituto Nacional Electoral, pues resulta que hay que pagarlo con el presupuesto público que autoriza la Cámara de Diputados, donde el presidente de la república y su partido tienen mayoría; 4) nada más que la Cámara de Diputados no le autorizó dinero al INE para organizar la consulta pública y el proceso electoral, en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2022; por lo que el INE acudió ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para pedirle que le diga a la Cámara de Diputados que le de dinero; 5) entre tanto, el INE ya resolvió por mayoría de seis votos contra cinco (cuatro de estos cinco fueron nombrados por la mayoría de MORENA en la Cámara de Diputados, si mal no recuerdo) de los integrantes de su Consejo General -su órgano superior de dirección-, que algunas partes del proceso electoral de revocación del mandato quedan pendientes hasta que la SCJN resuelva si se va con melón o con sandía, es decir, si la Cámara de Diputados le debe autorizar dinero suficiente al INE para organizar el proceso electoral de referencia, o bien, que el INE saque dinero a ver de dónde para organizar el proceso electoral; aunque el INE ya ha dicho y vuelto a decir que no le alcanza la lana para organizar un proceso electoral más o menos serio y creíble; 6) pues no hay que olvidar que el presidente de la república y su partido son muy dados a llegar ante los medios de comunicación con muchas cajas llenas de documentos -a veces hasta con pollitos o guajolotes-, donde según ellos hay muchas pruebas de las razones que defienden, pero luego resulta que las cajas están vacías o los papeles ahí almacenados nada tienen que ver con lo que dicen que contienen -el INE ya declaró que en esas cajas con muchas firmas para que haya proceso electoral en lugar de fotos de personas hay fotos de perros-; 7) el caso es que a lo mejor ni siquiera se logra reunir el número de firmas suficientes para que se lleve a cabo el proceso electoral sobre revocación del mandato presidencial; 8) pero, por lo pronto, el dirigente nacional de MORENA ya solicitó a sus diputados que inicien un juicio político en contra de los consejeros del INE que no quieren organizar el proceso electoral -que para nada sirve- porque los diputados de MORENA no les dieron dinero; 9) el presidente de la república, por su parte, en todos los medios de comunicación que aprovecha para decir que gobierna muy bien, no ha dejado de atacar a los consejeros del INE.
Como usted puede darse cuenta estamos en una situación muy simpática. ¿Usted quién cree que tenga la razón?
Ciudad de México, 22 de diciembre de 2021.
Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.
Profesor e Investigador. Doctor en Estudios Políticos (Francia) y doctor en Derecho (México); posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas (España) y en Regímenes Políticos Comparados (EUA); con Especialidad en Justicia Electoral (TEPJF).
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