Joel Hernández Santiago
Ahora todos los involucrados se lavarán las manos y dirán que ellos sí hicieron lo correcto, pero que lo ocurrido ayer, y antes, “es herencia del pasado”. Aunque ellos sean parte de ese pasado.
Harán el favor de reconocer que lo ocurrido “es una tragedia” y que lo lamentan mucho y se darán golpes de pecho, pero que “se tendrán que deslindar responsabilidades” como dijo luego del siniestro el que fuera jefe de gobierno del Distrito Federal de diciembre de 2006 a diciembre de 2012; el mismo que inauguró a toda prisa esta “Línea Dorada”…
… El mismo Marcelo Ebrard Casaubón que ha sido cuestionado por el altísimo costo de esta obra que se inauguró en el año 2012 y cuyo costo sería de 17 mil 500 millones de pesos, aunque el gasto final, en ese momento, se elevó hasta los 26 mil millones de pesos….
… El mismo que ha sido reprochado porque esta línea ha mostrado, a lo largo de los años que lleva en uso, muchos defectos de construcción, de estructura, de vialidad, y peligros inminentes que ya se veían venir, que estaban advertidos y que nada se hizo para detenerlos muchos antes, pero sobre todo el desastre del 3 de mayo.
… Todo porque habría que inaugurar la obra antes de su salida del gobierno en aquel 2012, y porque el dineral gastado al final de cuentas no es su dinero, sino dinero público, producto del trabajo de miles de mexicanos.
Y luego vino la historia sin fin: la falta de atención y mantenimiento del Metro. La falta de un meticuloso cuidado de cada una de las líneas, en su estructura, en su uso, en su vialidad, en la manera cómo se conducen los usuarios, en sus cuidados y vigilancia…
A fin de cuentas el Metro es un mundo debajo del piso de la capital del país en su mayor parte y es un país que recorre sus doce líneas cada día y que conduce a más de 4.6 millones de usuarios diarios en sus 226.49 km, de longitud con 195 estaciones de ingreso y egreso.
Esta vez la tragedia ocurrió a las 22.23 de la noche del lunes 3 de mayo, al paso de un vagón entre la estación Tezonco y Olivos. Éste cayó al vacío. Una de las trabes de la estructura arquitectónica que sostiene a las vías se vino abajo. Al momento las cifras oficiales son que hubo 23 fallecidos y más de setenta personas seriamente heridas. Tragedia humana. Otro gran dolor a los más de 240 mil fallecidos por la pandemia.
La línea 12 del Metro, que corre de Tláhuac a Mixcoac y cuyo uso diario es de aproximadamente 500 mil personas en sus 25 kilómetros de extensión. Ahí, en el vagón del Metro que colapsó venían personas de trabajo. Gente que regresaba cansada a casa luego del día de labores, o que acudía a su trabajo. Hombres, mujeres, niños que sin deberla ni temerla fueron víctimas de errores históricos en esa línea y, en general en todo el sistema Metro de la Ciudad de México…
Porque todo el Sistema de Transporte Colectivo-Metro día a día muestra ineficiencia; incapacidad; accidentes de distinta naturaleza: inundaciones; retrasos criminales; desorganización; incendios; hacinamiento; humo contaminante; aglomeraciones; vendedores ambulantes; confrontaciones entre usuarios; confrontaciones entre usuarios y guardias, contagios… locuras.
Y también está la urgente necesidad de traslado de millones de seres humanos porque ahí está el refugio de nuestros pecados capitales por el sólo hecho de vivir en este alto valle metafísico. Porque ahí se resume la vida en la capital del país. Porque ahí están quienes tienen la necesidad de viajar y llegar a casa… Porque todos ahí tienen una meta. Y un destino.
Por supuesto los cercanos al gobierno federal actual serán defendidos desde Palacio Nacional; serán exonerados antes de cualquier dictamen o responsabilidad esclarecida. La culpa será de otros: ellos no: que no toquen a los actuales funcionarios federales o estatales. Son miembros de una Transformación que no se detiene ante nada y por nada.
Mientras tanto el Metro continúa. Y a lo largo de su estructura hay problemas. ¿Cuántos? ¿Cuándo ocurrirá otra tragedia si no se actúa con responsabilidad urgente? ¿Quién se hace cargo? ¿La actual directora, Florencia Serranía, cuya responsabilidad es inexistente porque ella “sólo es la Directora General”?
Ni Marcelo Ebrard, ni Mario Delgado –quien durante el gobierno capitalino de Marcelo era secretario de finanzas y supo del despilfarro enorme–, ni Miguel Ángel Mancera, quien siguió a Marcelo en la jefatura de Gobierno de la que él decidió llamar Ciudad de México; ni Clara Sheinbaum, aunque lleve dos años y más de gobierno: Nadie será responsable de lo ocurrido.
Ni las empresas constructoras y de transporte que recibieron todo el oro de Fausto para hacer una obra que se cae a pedazos y que ya cuesta vidas… Ni quienes hicieron las revisiones adicionales y cobraron millones para dejar a esta línea sin riesgos ni peligros ¿Tampoco serán responsables?
Es que ¿sabe usted? La tragedia ocurrida es obra del neoliberalismo, es un sabotaje de los conservadores, es una herencia del pasado aberrante, es un escándalo producido por medios enemigos del régimen. La tragedia es producto de todos… y de nadie.
Mientras 23 familias están de luto hoy mismo; más de setenta heridos se debaten entre la vida y la muerte… “Y la máquina seguía pita y pita, caminando”.
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