CIUDAD DE MÉXICO.- Si los consumidores de cigarrillos necesitan una razón más para dejar de fumar, debido a los graves efectos en su salud y de quienes los rodean, y además de los ocho millones de fallecimientos al año en el mundo, hay que sumar el profundo impacto que la industria tabacalera tiene sobre el medio ambiente: en el suelo, agua y aire, afirma María Guadalupe Ponciano Rodríguez, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
El tabaco destruye el hábitat “perjudicando aún más la salud de las personas debido al cultivo, la fabricación, la distribución, el consumo y la eliminación” de sus productos, establece la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A partir de la década de 1970, informa el organismo, se han perdido en el planeta mil 500 millones de hectáreas de bosques, principalmente tropicales, a causa de la siembra de ese producto, lo cual ha contribuido al 20 por ciento del aumento anual de los gases de efecto invernadero.
Se talan árboles para despejar el suelo y cultivar las plantas de Nicotiana tabacum L, y se quema madera para curar sus hojas después de la cosecha.
Para fabricar 300 cigarrillos (15 cajetillas) se necesita aproximadamente un árbol entero y cada año se destruyen cerca de 3.5 millones de hectáreas de bosques para el cultivo. Si en el orbe se fuman cerca de 7.4 billones de cigarros al año, “hay que imaginar de lo que estamos hablando”, alertó la coordinadora del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo, de la FM.
La integrante del Departamento de Salud Pública de la citada Facultad añade: las emisiones de gases de efecto invernadero de esa industria son 84 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, lo que equivale a lanzar a 280 mil cohetes al espacio exterior.
A lo anterior se suman los producidos por mil 300 millones de fumadores, humo y colillas: estas últimas afectan principalmente las playas. Una que se arroja “al drenaje puede contaminar 50 litros de agua dulce y 10 de agua salada. Esto, y su lenta biodegradación, contribuyen a la polución de suelo y del vital líquido, además que muchas de ellas son las principales causantes de incendios forestales, junto con las fogatas”, destaca Ponciano Rodríguez.
Los países líderes en la producción de tabacos en el planeta (2020) son China, India y Brasil, según el portal de estadísticas Statista. En 2018 México ocupó la posición siete en el ranking de América, detrás de Brasil, Estados Unidos, Argentina, Cuba, Guatemala y Canadá, según el blog de comercio Mundi; y se calcula que aproximadamente 15.6 millones de mexicanos son fumadores.
Con motivo del Día Mundial sin Tabaco, que se conmemora el 31 de mayo –y que este año lleva por tema “El tabaco, una amenaza para nuestro medio ambiente”–, la universitaria comenta que la OMS estableció en 1987 esa fecha para llamar la atención hacia la epidemia de tabaquismo y sus efectos letales. Este día recuerda a los fumadores los daños que provoca esa práctica, les sugiere que ese día no fumen, o “se den cuenta de su adicción”.
Para la experta, en esta fecha es necesario informar a la población de los peligros que representa, ya que los fumadores tienen “mecanismos de defensa” que les hacen pensar: ese hábito “causa cáncer, pero a mí no me va a pasar; provoca enfisema, pero yo estoy bien”.
Algunos podrán dejar de consumir cigarrillos sin dificultad, pero otros se percatarán de la capacidad adictiva de la nicotina y considerarán que no pueden continuar en abstinencia, que su cuerpo les pide esa sustancia y que, tal vez, necesitan apoyo profesional para dejarlo. “Una pregunta importante que deben responderse es: ¿para qué fumo?, ¿qué busco al hacerlo?; eso los puede llevar a reflexionar que es el momento de liberarse de esa adicción que cobra tantas vidas”.
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