La mesa está servida. Diego Luna convoca a una sobremesa que pretende satisfacer tanto el paladar como la cabeza. El actor y director mexicano estrena el viernes 7 de agosto Pan y Circo en Amazon Prime Video. La serie es una de las cartas fuertes de presentación de La Corriente del Golfo, la productora que Luna ha montado en México junto a Gael García Bernal. Los siete episodios reúnen a políticos, chefs, activistas, funcionarios, músicos y artistas a discutir grandes temas. La legalización de las drogas, la violencia machista y los feminicidios, la emergencia climática, la migración, la despenalización del aborto y el racismo e identidad, entre ellos. Por supuesto, la realidad obligó a la producción a modificar el menú. Pan y Circo arranca con un episodio dedicado a la crisis del coronavirus. ¿De qué otra cosa podría hablar un programa que reproduce las conversaciones actuales que se mantienen alrededor de la comida?
“Pan y Circo nace con el objetivo de compartir la comida y la bebida mientras conversábamos de los problemas del mundo en el que vivimos”, explica Luna en el arranque del primer episodio, que es adelantado en exclusiva a los lectores de EL PAÍS. La idea es contrastar diferentes puntos de vista “para encontrar el centro de la mesa, ese que nos pertenece a todos”, continúa el actor, quien sirve de moderador. Y también de cocinero. Para el episodio de la pandemia, el actor preparó en su casa una lasaña vegetariana y un caldo de hongos con epazotes. Las viandas fueron enviadas junto a botellas de vino en una caja especial a la ambientalista Julia Carabias, el escritor Emiliano Monge, la feminista Dapthne Cuevas, el epidemiólogo Samuel Ponce de León y el chef Jair Téllez. “Yo no sé si tengo restaurantes o tenía”, dice el dueño de los concurridos Amaya y Merotoro en Ciudad de México y Laja, en Baja California. “No hay manera de que seamos iguales después de esto”, afirma con desazón vía Zoom al resto de los comensales virtuales. El especialista Ponce de León, entre bocados, acaba con el optimismo: “No hay final feliz en esta historia”.
El sector de la restauración ha sido uno de los más afectados por la pandemia en todo el mundo. Tan solo en México 90.000 restaurantes echaron el cierre, lo que dejó en la calle a 300.000 desempleados. “Me da pesadillas pensar que los restaurantes tengan tanto distanciamiento entre una mesa y otra, que tengamos miedo el uno del otro porque los restaurantes, para mí, son para ir a convivir a través de la comida”, dice en otra charla virtual la chef Elena Reygadas (Rosetta) a Luna. Reygadas es también protagonista del episodio dedicado a la crisis provocada por el cambio climático, grabado en Xochimilco, al sur de Ciudad de México, y donde la cocinera prepara los alimentos con insumos cultivados en las chinampas.
Pan y Circo sabe aprovechar para su ventaja el soft power. Los grandes nombres de los fogones locales, que han colocado al país en un lugar destacado entre las capitales culinarias de América, figuran en la serie. Enrique Olvera, de Pujol, enseña a Luna, un experimentado aficionado a la cocina, a cortar la cebolla de la mejor manera. Además de los ya mencionados también se encuentran la chef Alexander Suastegui, Javier Plascencia (Animalón) y Alejandra Barbabosa (Recaudo).
Olvera prepara los platillos en el episodio sobre la legalización de las drogas, un tema que resulta indigesto para muchos en Latinoamérica, pero no tanto para los comensales que acudieron al llamado en un viejo edificio de principios del siglo XX, que servía de sede a la tabacalera Delicados. El tercer programa, uno de los primeros en ser grabados, sienta a la mesa al Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos, expresidente de Colombia; el exsecretario de Gobernación de México y hoy senador Miguel Osorio Chong; la activista Zara Snapp; la psiquiatra Dení Álvarez Icaza y García Bernal, una de las pocas personas en México que ha ganado un amparo que le permite el uso recreativo de la marihuana, una vía abierta por la vía judicial mediante un fallo del Supremo. Casi todos los comensales están de acuerdo en la legalización de estupefacientes. Sin embargo, la región sigue siendo uno de los escenarios más sangrientos de ese teatro llamado guerra contra el narcotráfico.
A pesar de que la comida equilibra la tertulia, los alimentos, en ocasiones, pueden lucir superficiales ante la densidad de los temas. Es la impresión que deja el episodio dedicado a la violencia machista y los feminicidios, una losa que México cargaba antes de la pandemia y que dejaba 10 víctimas diarias en promedio. El encierro ha agravado esta situación. Las mujeres abusadas se han visto obligadas a compartir el confinamiento con el agresor, como subraya la activista Dapthne Cuevas, y ante la indiferencia gubernamental. Candelaria Ochoa aparece en el programa aún como encargada de la comisión de protección a las víctimas de la violencia machista. Comparte el pan y la sal con abogadas, madres de mujeres asesinadas, activistas y una rapera del extrarradio capitalino. También escucha reclamos en una cena con momentos incómodos. Ochoa abandonó su cargo recientemente, orillada por la inanición presupuestaria de la institución que encabezaba.
El escritor Fernando del Paso, un gran promotor de la cocina mexicana, intentó convencer a una inglesa de que en México ella podría comer durante un mes un menú de tres platillos diferentes al día sin repetir. El autor de Noticias del imperio corrigió después y escribió que la experiencia realmente podría prolongarse tres o cuatro meses. Si a esta ecuación se añaden también diferentes tópicos, el resultado daría mesas infinitas de charlas y banquetes. De momento, Pan y Circo presenta su única temporada.
Vía | El País
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