Joel Hernández Santiago
El 16 de enero Héctor de Mauleón, el cronista, editor y periodista mexicano recibió un mensaje en su casa. Está escrito en una hoja de cuaderno y con letra sencilla; el texto es una advertencia y una amenaza. Una como las que ha recibido él mismo durante los meses recientes y todo debido a su trabajo periodístico.
Dice: “De Mauleon sabemos donde te escondes rata infeliz vas a comprobar lo de…”. (Así escrito).
No es una novedad que reciba estas señales primitivas y grotescas. No es la primera amenaza que le envían a causa de los contenidos de sus textos en los que denuncia la actividad del crimen organizado en la Ciudad de México. Pero en las otras ocasiones las amenazas habían sido mediante redes sociales o de manera directa, pero no en su domicilio.
Esta vez se acercaron a su propia casa, con todo lo que esto significa para el periodista y para su familia. Una proximidad peligrosa que sin duda causa indignación, y al mismo tiempo es muestra de que el periodismo de investigación no le cae bien a todos, y sobre todo a quienes ven afectados sus intereses particulares o políticos… ¿o es lo mismo? Y es muestra del estado de peligro en el que hoy se ejerce el periodismo mexicano en todo el país.
Héctor es un hombre de letras. Es un hombre culto. Con un enorme bagaje de conocimiento y de divulgación. Ha sido reportero y editor de suplementos culturales. Editor de una de las revistas de análisis y reflexión más emblemáticas de nuestro tiempo: Nexos. Y es cronista. Sus libros relatan la vida cotidiana de los mexicanos, la vida de antes y la vida de hoy. En la televisión ha conducido una serie de programas muy vistos en los que desgrana al mismo tiempo sabiduría como curiosidad.
Nació en la Ciudad de México en 1963 y es autor de los libros de cuentos La perfecta espiral y Como nada en el mundo, de la novela El secreto de la Noche Triste, y de tres libros de crónicas: El tiempo repentino; Marca de sangre; Los años de la delincuencia organizada y El derrumbe de los ídolos… entre otros.
Pero es debido a su trabajo como periodista de investigación como ha llegado a desentrañar muchos de los secretos que quedan guardados en los cajones del crimen organizado en la capital del país, muchos de los intríngulis de la violencia y sus actores; la impunidad y la corrupción.
Y es un periodismo indispensable. Un periodismo hecho a base de un trabajo concienzudo de obtención de datos, su verificación y su contexto. Sin embargo –lo dicho- esto no gusta a muchos, pero también tiene que ver el ambiente de confrontación en el que se mueve el periodismo mexicano plural y el poder político hoy.
De hecho, en parte el autor dice que todo esto tiene como origen la frecuente confrontación con periodistas que se da cada mañana desde el Palacio Nacional de México; la cauda de adjetivos que descalifican a quienes no piensan o no opinan como el gobierno quisiera o bajo sus propias verdades que no siempre lo son… Y es verdad.
Tan sólo en doce meses de diciembre de 2018 a diciembre de 2019 fueron asesinados once periodistas mexicanos en distintas entidades de la República. Muchos otros han sido amenazados. Hay periodistas desaparecidos. Y la impunidad campante. No se ha resuelto nada… o prácticamente nada de lo ocurrido, no se han puesto a disposición de la justicia a los responsables…
… Y cada día parece más lejano que esto ocurra en el país en el que se dice que se respeta la libertad de expresión, al mismo tiempo que se califica a los periodistas críticos como ‘fifis’, ‘conservadores’, ‘chayoteros’, ‘corruptos’… con toda la carga de desprecio que impacta en los fanáticos del actual gobierno. Y esa confrontación ha dado como resultado amenazas, discordias, confrontaciones y vilipendio al trabajo periodístico en México.
Ya se sabe y requetesabe que el principal enemigo de la libertad de expresión es el gobierno en el poder. No le gusta que se diga lo que pasa y lo que hace; no le gusta que se ponga en la balanza de lo justo o no sus quehaceres y sus resultados; no le gusta que se le cuestione en tal o cual decisión que impacta a millones de seres humanos… Pero también se sabe que la libertad de expresión es la base de todas las libertades que el ser humano tiene para su defensa…
Por supuesto que existen también grupos de interés o personajes que ven amenazados sus negocios, sus hechos, sus decisiones o sus pillerías. Ellos también se ven en la prensa y la quieren callar a toda costa. Esto porque cuando no hay apoyo de gobierno para defender esta libertad de expresión, sus enemigos tienen fácil el camino de la amenaza y de los hechos: sin que la justicia haga nada.
Pero por encima de estas amenazas, tanto de gobierno como de particulares, la libertad de expresión, el periodismo de investigación serio y riguroso seguirán bajo toda circunstancia. Es parte esencial de la vida de un país, de su comunidad y de su trascendencia.
A Héctor de Mauleón lo amenazan. Que no le pase nada es lo importante. Y esto depende de que cambie el tono de confrontación del gobierno federal y que se le otorguen todos los cuidados para que no le ocurra nada. Nadie lo quiere así. Todos somos beneficiarios de su importancia como periodista, de su cultura, de su palabra y de su verdad. Todos somos beneficiarios y propietarios de la Libertad de Expresión. Es así y así será.
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