Cuba: la tasa de infección por Covid es nueve veces mayor al promedio mundial

Cuba, que mantuvo bajas las infecciones por coronavirus el año pasado promocionando su compromiso de larga data con la salud, tiene ahora la tasa de infección per cápita más alta de América, una crisis que influyó en las mayores protestas del país en décadas.
La isla de 11 millones de habitantes informó cerca de 4.000 casos confirmados por millón de habitantes durante la última semana, nueve veces más que el promedio mundial y más que cualquier otro país de América.

El brote, impulsado tras la llegada de la nueva variante Delta del SARS-CoV-2, más contagiosa, ha llevado al borde a los hospitales de su epicentro en la occidental provincia de Matanzas. Medios estatales mostraron imágenes inusuales de pacientes en camas en pasillos y médicos quejándose de falta de oxígeno, respiradores y medicamentos.

El hecho de que una nueva ola de coronavirus abrumara inesperadamente los servicios de salud no fue exclusivo de Cuba. Muchos países, incluidos muchos más desarrollados como Italia y otros que alguna vez fueron considerados casos de éxito de la pandemia como Uruguay, han sufrido la misma suerte en diferentes momentos.

Sin embargo, las implicaciones políticas de la crisis epidemiológica son mayores en un país donde la atención médica gratuita se considera uno de los pilares de la legitimidad de la revolución castrista.

Además, el brote y el posterior confinamiento están gravando una economía ya en bancarrota que depende particularmente de las fronteras abiertas para fomentar el turismo.

“El gobierno siempre ha argumentado que uno de los principales logros de la revolución es su sector médico de clase mundial”, dijo a Reuters Daniel Rodríguez, autor de un libro sobre política médica en La Habana y profesor asistente de historia en la Universidad Brown.
Rodríguez dijo que la exacerbación de la escasez de alimentos y medicamentos durante el año pasado en medio de la pandemia y el endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos paralizaron una economía ya ineficiente.

Miles de personas salieron a las calles en toda Cuba el 11 de julio para protestar dada la crisis de coronavirus, la escasez y las restricciones a las libertades civiles.

El régimen cubano culpó a los contrarrevolucionarios financiados por el viejo enemigo de la Guerra Fría, Estados Unidos, de fomentar los disturbios, citando la campaña #SOSCuba pidiendo ayuda humanitaria.

Sin duda, Cuba ha tenido éxitos en la crisis epidemiológica, en particular el desarrollo de cinco candidatos a vacunas.

Las dos más avanzadas han logrado una eficacia de más del 90% en ensayos clínicos de la fase III y última, según datos preliminares locales.

Gracias a una de las tasas per cápita de médicos más altas del mundo, se pudo enviar personal médico a otros países, y recientemente a reforzar la provincia de Matanzas.

Además, sus casos y muertes acumulados todavía están por debajo del promedio mundial al lograr evitar gran parte de la primera ola de coronavirus.

Las muertes por coronavirus per cápita, aunque aumentan, siguen siendo solo un tercio del promedio mundial, un logro que Cuba atribuye a las restricciones y a su sistema de salud universal.

No obstante, la apertura de fronteras a fines del año pasado a países con altas tasas de infección, en particular Estados Unidos, hogar de la mayor diáspora cubana, sin requerir pruebas negativas, provocó una segunda ola.

La profundización de la crisis económica de Cuba impidió que funcionarios impusieran cierres estrictos, ya que los cubanos tuvieron que buscar y hacer filas durante horas y a veces días para comprar bienes esenciales y escasos.

Los discursos triunfalistas sobre el manejo de Cuba de la crisis y sus vacunas también pueden haber reducido la percepción de riesgo de los ciudadanos, dijo el virólogo cubano Amilcar Pérez Riverol.

Hasta ahora, unos dos millones de personas, menos de una quinta parte de la población, están completamente inmunizados con las vacunas Abdala y Soberana 02 de tres inyecciones, según las autoridades.

El régimen apunta a haber vacunado al 70% de su población para septiembre, una meta que lo convertiría en uno de los primeros países de América en alcanzar la inmunidad colectiva. Sin embargo, para muchos, la espera sigue siendo larga.

“Sales a la calle a comprar comida y alguien te dice: ¿sabes quién más murió?”, dijo a Reuters Libia Ortega, de 44 años, trabajadora de una cafetería privada en la ciudad de Matanzas cerrada debido a la pandemia y escasez de productos.

Vía | Ambito

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