Rosy RAMALES
Una mujer como Rosario Piedra Ibarra ni siquiera debió aceptar el honrosísimo cargo de titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; la primera en la historia del país. Todo su prestigio tirado a la basura. Pesan sobre sus hombros diversas y perversas razones.
La última, y más grave, es la siguiente: Es producto de una elección fraudulenta; el mismo líder de la bancada de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, Ricardo Monreal Ávila, reconoció que en la tercera ronda de votación estaban presentes 116 senadores y no 114.
Por tanto, la mayoría calificada debió ser de 78 senadores y no 76, que es la votación obtenida por Piedra Ibarra. Incluso, hay quienes aseguran que había 118 senadores, entonces menos habría alcanzado la votación exigida por la Constitución Política General.
El cuestionado resultado estuvo empañado por la duda sobre la certeza de la votación; independientemente sobre si fue real o no la doble boleta de Monreal.
Y tan fraudulenta fue la elección que los senadores de Morena y aliados en esta terrible violación a la Carta Magna, que se vieron envueltos en una cadena de mentiras y prácticas viciadas; un plan con maña completito. Y no solo eso, ayer dieron un espectáculo indigno a la investidura de los llamados senadores.
Ahora hasta se duda de la real intención de Ricardo para reponer el procedimiento de elección de la persona titular de la CNDH: O el control se le salió de las manos ayer antes de llegar a la sesión plenaria, o todo fue un artificio para al final de cuentas dejar a Rosario Piedra tal como lo ordenaron las fuerzas fácticas.
Cuando anunció la reposición del procedimiento, desencadenó la conjetura de que ya tenía en la bolsa a los senadores de Movimiento Ciudadano para reunir sin problemas la mayoría calificada. Sin embargo, en el Pleno se reveló lo más radical de Morena. ¿Simulación o realidad?
Como haya sido, el caso es que el desastre plenario en la Cámara de Senadores confirmó muchas evidencias sobre lo fraudulento de la elección de la cual emanó la titularidad de la CNDH para Rosario Piedra, una mujer que llega sin importarle la violación a la Constitución Política, donde asientan los derechos con rango de fundamentales cuyo respeto tiene a cargo tal Comisión.
Qué triste que un mujer llegue en peores condiciones que las criticadas por las mismas mujeres cuando han reclamado a los hombre su cuota de empoderamiento y su derecho a la participación en todo tipo de cargos y encomiendas.
Qué triste que no haya llegado por mérito propio, sino por haber sido encumbrada por el partido en el poder: Morena, el mismo creado por el actual Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien, por cierto, desde el primer momento salió en defensa de ella argumentando que su designación al frente de la CNDH fue un acto de justicia.
¿Por qué? ¿Solo por pertenecer al Comité Eureka, fundado por Rosario Ibarra de Piedra, para buscar y hacer justicia a desaparecidos políticos? La luchadora es la mamá; la hija solo es una adhesión; la del mérito es la mamá y a ésta ya la premiaron con la Medalla Belisario Domínguez.
Qué triste.
Piedra Ibarra, incluso, por dignidad propia debió dimitir al cargo. Por las anteriores razones y porque su fraudulenta elección mancilló la única razón de existir de la CNDH, su arma más poderosa: El prestigio y la calidad moral.
Si la titular carece de prestigio y calidad moral, también la CNDH.
Se ha convertido en la sepulturera de la credibilidad de la CNDH.
Ahora falta ver si alguien impugna. Seguramente los panistas lo harán. ¿Y los priistas? No basta asumir una postura en contra como lo hizo la mini-bancada del PRI en el Senado (liderada por Miguel Ángel Osorio Chong), sino debe ir a los tribunales.
Y en su caso, falta ver cual sería el fallo jurisdiccional, con eso de que en Poder Judicial también empieza a bailar al son morenista.
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Correo: rosyrama@hotmail.com
Rosy RAMALES
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