Rosy RAMALES
¿Qué le pasa a Rosario Piedra Ibarra? Al verla manifestándose frente a Palacio Nacional junto con familiares de víctimas de desaparición forzada para exigir al presidente Andrés Manuel López Obrador agilizar los procesos de investigación, confirma dudas como las siguientes:
Le quedó grande la titularidad de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Ignora los mecanismos legales. Claro, no es lo mismo una larga trayectoria de luchadora social, que una trayectoria profesional en la materia. Ni es lo mismo una formación en Psicología, que en Derecho.
Que ella solamente tiene conocimientos en materia de violaciones a los derechos humanos en casos de desaparición forzada, y su mecanismo de defensa es la protesta.
Que aún “no le cae el veinte” de la institucionalidad de sus funciones.
Que su mundo sigue siendo el Comité Eureka y las víctimas de la llamada Guerra Sucia.
En fin, la manifestación de Piedra Ibarra, junto con miembros de dicho Comité, también genera otras dudas. Por ejemplo:
Que ante su falta de acción como titular de la CNDH, incluso respecto de los suyos, no le queda otro recurso que la protesta como mecanismo para hacerse escuchar.
Que pretende proyectar la imagen de estar cumpliendo con su función, después de las hartas críticas recibidas por su posición estática y casi total mutismo frente a la ola de violencia y feminicidios.
Que le han dolido las duras palabras de personas como José Luis Soberanes Fernández, ex presidente de la CNDH, quien consideró que este organismo se está volviendo “inoperante e intrascendente”, tras cuestionar la actuación de Piedra Ibarra ante casos de feminicidios, migrantes y desabasto de medicamentos.
Que está atada de manos y no le queda más que el recurso de la protesta.
Como sea, Piedra Ibarra ha vuelto a dar pena ajena con su manifestación frente a Palacio Nacional. Imagínense que ésta sea la estrategia de la CNDH para conseguir resultados respecto de las investigaciones en los casos de violaciones a derechos humanos.
Es más, será la nueva tónica porque así lo dijo Piedra Ibarra: “El acompañamiento directo a las víctimas”. O sea, la presencia física en la protesta.
¡Por Dios! Las víctimas en cualquier caso de violaciones a los derechos humanos necesitan sin dilación alguna del acompañamiento de la CNDH, pero mediante las acciones legales: La recomendación e, incluso, la presentación de denuncias penales en contra de servidores públicos.
Sin embargo, hoy las víctimas están más solas que nunca, a pesar del aspaviento mediático de Piedra Ibarra. Cuánta razón tiene Soberanes al decir que la CNDH se está convirtiendo en “inoperante e intrascendente”.
¿No le dará vergüenza a la titular? Deshonra todos sus años de lucha a favor de los derechos humanos. Como decía un político: “No es lo mismo ser borracho, que sacar borrachos”. La defensa institucional es distinta a la escuela de Piedra Ibarra.
Debería renunciar a la titularidad de la CNDH; nunca es tarde. Así salvaría su honor, y el prestigio y función de este organismo que constitucionalmente nació como autónomo e independiente, precisamente por la naturaleza de sus funciones.
Entonces, una persona estrechamente vinculada al titular del Ejecutivo jamás podrá hacer efectiva la autonomía y la independencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, mucho menos cuando se debe el cargo y, por tanto, obediencia.
La persona titular de la CNDH, harto se ha dicho, en primerísimo lugar debe contar con una altísima calidad moral, porque será su mejor arma para la defensa de los derechos humanos ante la debilidad jurídica de las recomendaciones.
Y Piedra Ibarra perdió la calidad moral desde el momento en que fue impulsada por protagonistas de la llamada “Cuarta Transformación”, y luego cuando consistió haber sido electa bajo una votación parlamentaria sumida en la sospecha.
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Correo: rosyrama@hotmail.com
Rosy RAMALES
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