Rosy RAMALES
Tiene razón Alfonso Ramírez Cuéllar al sostener que Morena brilla por su ausencia en el acompañamiento al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para enfrentar los problemas del país porque el partido ha centrado su atención en los pleitos internos.
Lo dijo en entrevista para Bitácora Política, de El Financiero Bloomberg, literalmente así: “Hay que acompañar las transformaciones del Gobierno, apoyar las iniciativas y garantizar la gratuidad de los servicios de salud y educación superior. (Acompañar) en el combate a la corrupción y la lucha contra la inseguridad. Morena está ausente, es como un fantasma que no ve a la sociedad, no opina nada porque está metido en los ‘pleitos’”.
En otras palabras, el partido en el poder parece mudo, ciego y sordo. Eso sí, anegado de militantes (principalmente vacas sagradas) cuya única brújula es la ambición política y económica personal porque el encarnizado pleito interno no denota una pizca de ánimo por convertir a Morena en el partido del “cambio verdadero” como reza su estatuto.
Morena debe acompañar al presidente López Obrador en el combate a los problemas que aquejan al país, apoyar sus iniciativas, pero también debe exigirle cumplir sus promesas de campaña, cuestionar sus políticas públicas equivocadas, pedirle cuentas, etc.
El mandatario nacional necesita un auténtico partido político, no una asociación de servidumbre política, ni de caníbales, ni de delincuentes de cuello blanco.
Caso contrario, el destino de Morena será peor que el del PRI con la única diferencia en la duración en el poder: Éste tardó 70 años en entrar en agonía, y el Movimiento Regeneración Nacional quizá se extinga con la misma rapidez con la cual nació.
Salvo que Morena consiga salir de la crisis interna en la cual se encuentra en la disputa de la dirigencia nacional…más bien, en la disputa por el control del altísimo financiamiento público del partido y de las candidaturas a los cargos de elección popular para el proceso electoral concurrente 2020-2021.
Y probablemente en el fondo hasta se encuentre la disputa por la sucesión presidencial. ¿Tan temprano? Pues Andrés Manuel hizo campaña durante 12 años, entonces con tal ejemplo tienen prisa los aspirantes de Morena a sucederlo. ¿O no?
AMLO parece un Presidente de la República tan solo en relación al acompañamiento de su partido. Está bien que ya no sea como antaño cuando el partido gobernante se convertía en una dependencia del Ejecutivo, y cuando éste ejercía funciones de jefe político.
Sin embargo, cabe preguntar: ¿Qué sentirá López Obrador viendo al partido que fundó convertido en una caricatura democrática, en un espejismo en relación a los principios estatutarios, en una quimera de honestidad y cambio verdadero…en un monstruo sin llenadera?
¿Y qué hará AMLO? Meter mano en el partido y rescatarlo del precipicio o de plano dejarlo caer hasta hacerse mil pedazos como pasó en el PRD. Total, el tabasqueño fundó Morena con el propósito de usarlo como mecanismo para llegar al poder y lo consiguió.
Después de la Presidencia de la República ¿a qué más puede aspirar López Obrador? A nada, a menos de que pretenda reelegirse indefinidamente. Pero no podrá con un partido desorganizado y dividido. Claro, tiene la opción de mudarse a un partido tradicional o a uno de los próximos partidos de nueva creación.
En fin, retomando el tema: Ramírez Cuéllar tiene razón cuando ve “un hartazgo en la militancia de los pleitos internos”. Aunque muchos morenistas (merced al ADN perredista) andan como peces en el agua, o como los caníbales en un gran banquete.
Puede haber militantes hartos, pero lo realmente preocupante es el hartazgo ciudadano hacia Morena, no solamente por sus irreconciliables pleitos internos, sino también porque en las entidades donde son gobierno o gobiernan desde un Poder han demostrado ser la antítesis del “cambio verdadero”.
En cuanto al actual lío interno por la dirigencia nacional, Ramírez Cuéllar acierta al decir que “vivírsela en los tribunales cuando hace falta unidad política no es el mejor camino”, entonces tanto Yeidckol Polevnsky como Bertha Luján deberían conciliar en vez de litigar.
Además, si por la permanencia de Yeidckol en las funciones de la presidencia nacional de Morena solamente votaron diez o veinte o cincuenta, pues con la pena pero es hora de retirarse con dignidad. Para qué desgastarse (ella y el partido) en impugnaciones sobre la legalidad del Congreso morenista.
A ver en qué termina el pleito. Tal vez los planes de Ramírez Cuéllar se queden en eso, en meros planes, porque sea depuesto como presidente interino o porque ni así pueda poner orden en Morena.
Mientras, el tiempo avanza inexorable hacia el proceso electoral 2020-2021 y los partidos políticos deberían estar ocupados y preocupados en armar una estructura electoral altamente redituable.
***
Correo: rosyrama@hotmail.com
Rosy RAMALES
Sé el primero en comentar