Resulta que el día que la primera ministra británica vino a Bruselas tratando de encontrar un alivio para sus tribulaciones en el debate con el Parlamento de Westminster, el verdadero cambio en la laberíntica situación no se produjo en el continente, sino que fue en Londres donde el jefe de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, ha dado la clave para una fórmula para el Brexit que probablemente no va a satisfacer a los partidarios acérrimos de la ruptura con la UE pero que a cambio podría concertar una mayoría para ratificar por fin el Tratado para la Retirada Ordenada de la UE.
Las entrevistas de May con el presidente de la Comisión Jean-Claude Juncker y con el del Consejo, Donald Tusk, dieron ayer apenas la idea de que la UE está dispuesta a revisar las declaraciones políticas anexas pero no el texto del tratado que ya ha sido rechazado por el Parlamento británico. El comunicado conjunto con Juncker dice que es posible afinar la declaración política que acompaña el tratado, para intentar responder a las susceptibilidades que ha levantado el mecanismo de salvaguardia respecto a la frontera irlandesa. Juncker ha dado instrucciones al negociador europeo, Michel Barnier, y a su equipo técnico, para que vuelvan a ponerse en contacto con los británicos con los que deberán explorar un nuevo tipo de redacción que limite las incertidumbres sobre este asunto. Sin embargo, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, comunicó que su reunión con May no había logrado ningún progreso nuevo para pensar en que está garantizada una salida ordenada del Reino Unido de la UE. «Aún no hay avances, las discusiones continuarán», comunicó en un mensaje en Twitter acompañado de una fotografía que lo muestra acompañando a la Sra. May después de sus discusiones.
Theresa May había dicho que está segura de que el Brexit tendrá lugar «a tiempo», como si fuera una cosa buena para la que hubiera que darse prisa o en todo caso para descartar por ahora cualquier opción de pedir un aplazamiento, que de todos modos ya no dependería de ella, sino que necesitaría el consenso de los demás socios comunitarios. «Mi trabajo es realizar el Brexit y lograrlo a tiempo, y negociaré incansablemente en los próximos días para esto». Faltan menos de dos meses para que el Reino Unido deje la Unión Europea, el 29 de marzo a medianoche, así que lo que probablemente va a negociar es una nueva declaración política, que May quiere que sea «legalmente vinculante». De rebote, esta obsesión también hará que lo sea lo que se ha acordado sobre Gibraltar.
La clave de todo lo que dice May que va a hacer podría estar en la carta que el líder de la oposición británica, Jeremy Corbyn le ha enviado y en la que le propone cinco puntos para que sus diputados apoyen el acuerdo de Retirada en la Cámara de los Comunes y que se pueden resumir en que establezca una relación más estrecha de lo que exigen los más radicales partidarios de la separación. En resumen, Corbyn propone que el Reino Unido se quede alineado con la UE en una unión aduanera, en las normas sociales y que participe en las agencias europeas y en cierto número de programas comunitarios. Corbyn habrá decepcionado a los laboristas que piden un segundo referéndum y también a los que dicen que quieren estar tan lejos de la UE como para poder firmar acuerdos comerciales independientes, que son los partidarios de un Brexit radical. Pero a cambio hace posible la garantía de que no volverá a haber una frontera física entre la república de Irlanda y la provincia de Irlanda del Norte.
En el alero
Naturalmente, si esta cuadratura del círculo es lo que va a marcar el resultado final, el Brexit acabará con un resultado del todo insensato: los británicos seguirían vinculados legalmente a la UE a través de esa «unión aduanera permanente» pero habrán perdido toda su capacidad de influencia en el diseño de las reglas que la gobiernan. «Es importante que la May nos de la seguridad de que habrá un respaldo» en Wesminster, dijo Guy Verhofstadt, que es el negocia los asuntos del Brexit por parte del Parlamento Europeo. «Nuestra propuesta es tratar de resolver el problema en la declaración política». que es lo único que se puede cambiar dado que el Tratado de Retirada está blindado por los otros Veintisiete. Según Verhofstadt, un Brexit sin acuerdo significaría un «desastre» para todos.
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