Joel Hernández Santiago
Así que de pronto, como si saliera de la chistera del mago, el Tren Maya es una obra de seguridad nacional. Esto es lo que anunció el 18 de julio el director general del Fondo Nacional de Turismo (Fonatur), Javier May Rodríguez, quien justificó que los trabajos para su construcción en el Tramo 5 siguen adelante “porque es una obra prioritaria y de seguridad nacional.”
Y luego dijo que está consciente del amparo otorgado por un juez en Yucatán por el que se deberían suspender las obras de forma definitiva. Pero a pesar de ese amparo otorgado a buzos, el titular de Fonatur señaló que “el Gobierno federal determinó en sesión del Consejo de Seguridad que el Tren maya es una obra de seguridad nacional.”
Y subrayó que el Gobierno no ha violentado las órdenes de amparo y que ahora es la Secretaría de Gobernación y la Secretaría de Seguridad quien llevará adelante estas obras. Ni más, ni menos.
El tramo 5 del Tren Maya abarca una longitud de más de 43 kilómetros y cruza los municipios de Solidaridad, Puerto Morelos y Benito Juárez, en Quintana Roo.
(El presupuesto del Tren Maya, fue calculado originalmente en 120 mil millones de pesos. Este aumentó a 200 mil millones, y tras los cambios, retrasos y conflictos se calcula que llegará a los 500 mil millones de pesos.)
Con todo, el 30 de mayo pasado el juez Primero de Distrito en Yucatán otorgó una suspensión definitiva a este tramo, debido a la solicitud de buzos que trabajan en la zona, a los que les reconoció interés legítimo en el asunto. Pero nada. Las obras continúan. Esta vez con el argumento de la Seguridad Nacional…
Un tema que ya se venía gestando hace semanas y que el 5 de julio llevó al presidente de México a enfatizar: “El año próximo estará listo el Tren Maya. Claro que lo vamos a inaugurar, es un asunto de Estado. No es posible que un grupo de intereses creados, corruptos, le causen daño al pueblo y a la nación, porque se trata de presupuesto público”. Y dicho y hecho.
¿Es en verdad un tren turístico un tema de Seguridad Nacional? ¿Es este tren que llevará a turistas de lujo a la zona maya un asunto de Seguridad Nacional? ¿Lo es el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en Santa Lucía? ¿Lo es la refinería en Dos Bocas, Tabasco? ¿Lo es el Corredor Interoceánico que unirá el Océano Pacífico con el Golfo de México a través de Oaxaca y Veracruz?…
¿Y qué es la Seguridad Nacional entonces? ¿Existe el riesgo de que si no se hacen estas obras el país podría estar en riesgo grave que atente a su integridad territorial, su soberanía, la vida de sus habitantes y peligro de guerra? ¿Habrá alguna amenaza del exterior en contra de nuestro país, sus instituciones o de sus habitantes si no se hacen?…
Nadie duda de la buena intención del presidente de México por detonar la economía y el bienestar de los habitantes de las zonas en las que se ubican las obras insignia de la 4-T. Lo dice con todo énfasis y lo dice a los cuatro vientos. Y nada ni nadie lo detendrán en ese espíritu de desarrollo colectivo. Son parte de sus promesas de campaña y de su personal voluntad. Y está bien.
Pero se da el caso de que las obras están siendo seriamente cuestionadas por su eficiencia final –no sólo por los adversarios de la 4-T sino por especialistas en la materia sin bandera ideológica–; por su pretendida productividad, su verdadero impacto en el desarrollo social y sus altísimos costos que, como se ve en cada una de ellas, van en aumento cada día.
Y esos recursos aportados para las obras insignia de la 4-T son recursos públicos que se sustraen a otras áreas asimismo indispensables y que, visto la laxitud del uso del concepto “seguridad nacional”, también lo serían el abasto de las medicinas para los niños con cáncer –que por años hacen falta-; para un servicio de salud pública más eficiente y eficaz; para la seguridad pública en un ambiente cada vez más crítico y cruento… Para generar trabajo para muchos y evitar la migración.
Si: Es probable que al paso de los años estas obras den resultados que permitan recuperar la inversión que ahora mismo hacemos los mexicanos: el Tren Maya, en tono turístico no tiene un sentido de medio de transporte público y en beneficio colectivo, se pretende para obtener recursos provenientes del turismo.
La Refinería Olmeca en Dos Bocas tardará mucho en producir la gasolina y los combustibles que hoy mismo se requieren y que se tienen que importar. Se calcula que será hasta en por lo menos dos sexenios cuando alcance su nivel de recuperación y eficiencia. De todos modos la Refinería ya fue inaugurada.
¿Y el Aeropuerto Felipe Ángeles? Está teniendo problemas distintos, de aproximación, de rechazo de la población para viajar hasta esa lejanía y tomar el avión para vuelos que apenas duran 40 minutos… De hecho el Aeropuerto se encuentra prácticamente inoperante, a pesar de que se inauguró con un vuelo internacional proveniente de Venezuela. ¿Y el Interoceánico?
Y sí: Todas son obras importantes. Y podrían ser motivo de regocijo si éstas fueran obras que beneficiaran ciertamente a la mayoría de la población en virtud de la enorme inversión que se hace en ellas.
Y eso: que beneficien sus resultados a los menos favorecidos, a la gente pobre, a la gente de trabajo diario. Para ellos es que trabajamos todos: sí. Pero también es cierto que de no resultar en este beneficio social las obras dejarán de ser una solución para convertirse en un problema. ¿De gobierno? ¿De seguridad nacional? o de ¿Subsistencia Nacional?
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