Joel Hernández Santiago
Cada día, cada hora o en cosa de minutos o segundos, nos enteramos en todo el país de hechos en extremo violentos que significan muerte, sangre, dolor humano. Ocurren aquí o allá en casi toda la República Mexicana.
Y cada día el país se tiñe más del color escarlata de la sangre de miles. Porque son miles los seres humanos que tan sólo en este sexenio han muerto por homicidio doloso en nuestro país.
Ha ocurrido en sexenios anteriores de gobierno federal. Las cifras lo dicen. Pero no en la magnitud de lo que hoy se vive en el México del que se dijo que en un tris se acabaría con la violencia, con el crimen doloso, con el crimen organizado y el narcotráfico…
… Que habría una estrategia. Y se creó una Guardia Nacional que haría el trabajo de salvación. Son alrededor de 118 mil sus integrantes, de los cuales más de 105 mil efectivos pertenecen a la fuerza operativa. Para finales del 2022 –dijo en mayo pasado el comandante Luis Rodríguez Bucio–, se espera llegar a un total de 128 mil elementos.
También se incorporó al Ejército Mexicano, al mismo que se dijo que se reenviaría a sus cuarteles para que no hicieran tareas que no les corresponden; es el mismo Ejército que por años hemos respetado y considerado el paladín de nuestra soberanía nacional. Y a la Marina… Y… Eso se dijo.
Mucho antes también se dijo: “Ojalá no se despierte al México bronco”. Por desgracia parece ser que sí, que ya despertó, pero de una manera distinta a lo que suponía esta frase. No sólo por razones que tuvieran que ver con justicia política o social, ni por razones de soberanía individual o nacional. Sí por razones que confrontan a la sociedad misma. La agravian. La anulan.
Por todo el país se escucha el clamor de multitudes que piden auxilio. Acuden a las autoridades. Piden la presencia de la seguridad para ciudades, pueblos, personas, negocios… vidas. Se insiste en que poco se investigan las denuncias puestas ante las autoridades que deben administrar la justicia en el país, en los estados, en los municipios…
Hay miles de desplazados de sus hogares, de sus pueblos, de sus ciudades. Pueblos abandonados los hay porque sus habitantes ya no aguantan el asedio violento. Algunos de ellos encuentran refugio cercano. Muchos otros quieren huir hacia Estados Unidos, como ocurrió durante la Revolución Mexicana que en menos de diez años expulsó a más de un millón de mexicanos al país del norte.
Y las cifras oficiales no pueden ser más escalofriantes. Apenas el lunes 20 de junio la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez presentó el informe de incidencia delictiva correspondiente a mayo de 2022.
Reportó 2 mil 833 víctimas de homicidio doloso y 77 de feminicidio en el lapso. Así que el mes pasado se convirtió en el más violento desde mayo de 2021. Y que son seis estados los que concentran el 48 por ciento de los asesinatos: Guanajuato, Michoacán, Estado de México, Baja California, Jalisco y Sonora. (Apenas el lunes 20 de mayo, por la tarde, dos sacerdotes jesuitas y un civil fueron asesinados al interior de la iglesia en Cerocahui, Chihuahua.)
Los datos oficiales presentados, contrastan con los informes internacionales. En particular los que ha dado a conocer el gobierno estadounidense, por los que prácticamente 30 de los 32 estados de la República tienen problemas de crimen, violencia e impunidad. Tan sólo rescatan a Yucatán y Campeche y, de ahí que hayan advertido a sus ciudadanos que eviten viajar a México en lo posible.
La cifra oficial es en sí misma trágica: En lo que va del presente sexenio, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública dice que han ocurrido 121 mil 642 asesinatos en tres años y medio, supera así los 120 mil 463 acumulados en todo el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, quien inició su “guerra” en contra del crimen organizado. Una “guerra” fallida, como se sabe.
El argumento oficial hoy es que se trata de acabar con las raíces que le dan origen a esta violencia y criminalidad. Y sí, está bien. Es cierto que una de sus razones es la pobreza; la falta de oportunidades y de soluciones a problemas económicos; la falta de trabajo; la ausencia de apoyos para el futuro; la falta de trabajo honorable, bien remunerado y seguridad social.
Todo esto sí. Y sí. Es una de las variables a ser atendidas. Y también es cierto que quienes se han obligado a esta marginalidad –muchachos en su mayoría- son humanos y mexicanos. Entonces el problema está en el sistema mexicano de atención social.
Y está el incumplimiento del Estado de Derecho; de la ley y el cuidado de la sociedad en su vida, en su integridad física, en su patrimonio y en su paz y armonía social. Todo esto es responsabilidad del gobierno. Un país no puede construirse con cimientos tan sombríos y dolorosos. Urgen soluciones. No discursos.
Sé el primero en comentar