Azahares para su boda

 

Joel Hernández Santiago.

 

¿Por qué no habrían de casarse como les de su regalada gana? ¿Qué lo hicieron opulento y ostentoso? Cada uno de ellos ha trabajado lo suficiente para tener las posibilidades de hacerlo. Era un momento especial, como el que vive cualquier ser humano de carne y hueso y un pedazo de pescuezo.

 

Que se sepa, ninguno de los contrayentes utilizó recursos públicos para su matrimonio. Querer fingir una boda en los niveles del mando supremo es indigno y falto de respeto a sí mismos.

 

Con todo, la boda salió muy cara, más de lo que en sí misma costó. Una ceremonia en Antigua, Guatemala, con invitados de lujo y a todas luces ‘de ensueño’, sí. Se confirmaba el sábado 6 de noviembre el compromiso del ahora extitular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto, y la consejera electoral Carla Humphrey que felices anunciaron el 27 de abril.

 

Está bien. Ahora serán muy felices y comerán perdices. Pero el costo político de ese arranque público de felicidad ha sido muy alto, sobre todo para el abogado que todavía hace unos días era el ‘dedo chiquito’ del presidente para llevar a cabo tareas que le asignaba y que tenían que ver, casi siempre, con la investigación de delitos de tipo financiero, pero también la investigación a adversarios del gobierno a los que se quiere castigar por ser rezongones y lamentosos: “A nosotros no se nos da la venganza”, se dice en la 4-T.

 

Todo hubiera sido de otra manera si la famosa boda se hubiera llevado a cabo de manera sencilla, austera; a lo mejor él novio trajeado de mezclilla obscura y sin corbata y la consejera inteligente vestida con un traje de novia hecho con manta cruda blanca, y en alguna pequeña capilla escondida en lo más recóndito del territorio nacional. Sin invitados especiales. Acaso los testigos y alguno que otro familiar querido.

 

Pero no: resulta que lo hicieron fuera del país –esto por razones de seguridad, según dijeron–, y porque en Antigua falleció la mamá del abogado Nieto, por tanto era un homenaje a ella y una forma de evitar algún atentado.

 

Y lo peor. Resulta que a pesar de la distancia, hicieron una lista de invitados de primerísima línea política, social, cultural, empresarial quienes están en posibilidades de asumir sus propios gastos para llegar hasta Antigua, que está a unos cuarenta kilómetros de la capital del país, Guatemala, y disfrutar de ricas viandas, de gran baile, gran presencia y gran estancia…

 

Por supuesto acompañar al mero mero de la Investigación Financiera valía el viaje y el gasto; estar bien con quien más vale tener cerca que lejos era la consigna de muchos ahí. Y por supuesto estuvieron los amigos queridos y familiares de los novios.

 

Pero vinieron los problemas. El primero de ellos fue cuando se supo que quien era la secretaria de Turismo de la Ciudad de México, Paola Félix Díaz, quien por cierto apenas en enero de este año, en pleno semáforo rojo en la capital del país, se casó en la iglesia de San Agustín, en Polanco, aunque luego argumentó que “no había más de ocho personas en la ceremonia, por lo que habría respetado el límite de asistentes permitido por las autoridades.” Pero ese es otro cantar.

 

El tema es que esta vez quiso ir a Antigua, como invitada a la boda de Santiago y Carla y lo hizo en avión privado; luego se hizo el escándalo porque se le señaló en primer momento de llevar consigo 35 mil dólares, lo cual no era así porque estos pertenecen a Juan Francisco Ealy Ortiz, quien asimismo aclaró que este dinero es para un tratamiento de salud en su viaje a los Estados Unidos. Más tarde se confirmó el registro de salida y entrada de los recursos.

 

Pero en un acto de solidaridad con el presidente y para mostrar las reglas de la austeridad que él ha impuesto a sus leales, Claudia Sheinbaum pidió la renuncia de la funcionaria. Así fue.

 

El escándalo escaló aún más porque el presidente de México se refirió a la boda de Santiago y Carla en Antigua como ““Es un asunto escandaloso en efecto, aun cuando se trata de un acto privado, pues los asuntos públicos en México son cada vez más públicos o se sabe más de asuntos o eventos privados, antes no se conocía nada, había mucha ostentación, mucho derroche, pero todo se silenciaba, ahora no”.

 

Esa misma tarde Santiago Nieto habría de dejar su cargo como  titular de la Unidad de Investigación Financiera, de la SHCP; cargo que asumió el 5 de diciembre de 2018. En un mensaje en redes sociales dijo que tenía toda su lealtad al presidente y su amor a su esposa Carla Humphrey. Mal. La lealtad debe ser primero a México.

 

En todo caso ¿hasta dónde llega la disciplina política y cuál es su límite con la vida privada de cada una de las personas? ¿Por qué castigar a un funcionario público –dos en este caso- por asuntos que tienen que ver con su vida común y corriente fuera de sus funciones públicas?

 

Imponer reglas de discurso aun en la vida privada y en los actos particulares a los funcionarios rebasa con todo los límites de lo público en lo íntimo. Esto no corresponde a un gobierno ni de izquierda, ni de derecha: “sino todo lo contrario”.

 

El mensaje que envían a los integrantes del gobierno de la 4-T es que su vida privada ha dejado de existir. Ahora tendrán que ajustarse a las reglas de la austeridad, la moral y las buenas costumbres dictadas desde el Palacio Nacional. Una nueva cartilla moral 4-T.

 

En sustitución de Santiago Nieto en la UIF nombraron a Pablo Gómez, un político de larga historia y quien ha dejado en el camino su izquierdismo para estar en el lugar exacto, en el momento exacto, como hoy mismo.

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