Joel Hernández Santiago
Pues resulta que siempre no. Que hubo “errores de metodología”, los que se revisarán para precisar cifras, datos, resultados…, en –por lo menos- lo que se refiere al gasto excesivo por la cancelación del Aeropuerto Internacional de Texcoco. Lo dijo la noche del 22 de febrero la Auditoría Superior de la Federación. Y se puso una soga al cuello.
Ese día los mexicanos habíamos recibido una buena y una mala noticias:
La muy buena, es que en su fiscalización a las diferentes oficinas de la actual administración, en lo que corresponde a la cuenta pública de 2019, la ASF detectó irregularidades por 67 mil 498.4 millones de pesos durante el primer año del gobierno de la Cuarta Transformación. Lo entregó en su informe de resultados a la Cámara de Diputados el sábado 20 de febrero.
No es que muchos quisieran encontrar errores en la administración del gobierno federal –y el impacto en gobiernos estatales y municipales–, sino que al detectar estos diferendos se estaría en condiciones de revisarlos en los plazos establecidos, hacer aclaraciones y corregirlos. Cada oficina de gobierno tiene un titular responsable que tiene que dar la cara en estos casos.
La Auditoría Superior de la Federación cubre una función primordial para el cuidado de los mexicanos en sus bienes, en su hacienda, en su patrimonio. Y si a través de sus procedimientos contables-administrativos y de contraloría, identifica errores o desviaciones, ausencias o malas aplicaciones es buena noticia, porque hay que subsanarlos y recuperarlos.
A fin de cuentas los recursos con los que se mueve la administración de gobierno son públicos; son bienes de los mexicanos: es su hacienda, y hay que estar alerta para saber cómo los manejan.
Y qué bueno poder contar con una instancia autónoma, como se supone que es la ASF, que está ahí para responsabilizarse de que todo camine en orden y sin asomo de dudas.
No está ahí para perseguir, o para acusar, o para señalar sin elementos. Es una institución con método, con conocimientos, con reglas y disciplinas y certezas en la que los mexicanos debemos depositar nuestra seguridad del buen manejo de nuestros pesos y centavos, si lo hace bien.
Además: Una vez que da a conocer el resultado de sus trabajos de revisión a lo largo del año anterior, habría que esperar que las dependencias aludidas hagan sus precisiones, expliquen o corrijan. Tienen sesenta días para ello.
Pero nada, que al anuncio de irregularidades por esos 67 mil 498.4 millones de pesos y muy en particular en lo que se refiere al costo de la cancelación del Aeropuerto en Texcoco que, según esto, será de al menos 331 millones 996 mil 517.6 de pesos más, inmediato hubo reacción.
Ocurrió la mañana del lunes 22 cuando el presidente de México se refirió a estas cifras. Dijo que por su parte él “tiene otros datos” y pidió a la ASF corregir los suyos. Esta descalificación de los trabajos de la ASF es muy grave. Pone en entredicho la probidad de los trabajos de la instancia autónoma y de todos sus operarios.
Aún más: el presidente refirió estos datos politizando el tema, llevándolo al terreno de los buenos y los malos, al señalar que con estos datos se alimentan argumentos de sus opositores, de los conservadores…
Y aquí está la mala noticia. La muy mala noticia. No habían pasado ni 24 horas luego de la exclamación del presidente y de que “tiene otros datos”, cuando el mismo Auditor Federal, David Colmenares Páramo hizo algunas precisiones a su propio informe: el primero de ellos en lo que se refiere a que la Secretaría de la Función Pública, que encabeza Irma Eréndira Sandoval, no había entorpecido sus trabajos, como se había informado… ¿Entonces?
Y por la noche la ASF dio a conocer un boletín por el que asume que sí tuvo errores de metodología en la cuantificación del costo de la cancelación del aeropuerto en Texcoco, por lo que consideraba que es menor a lo informado y que pronto se darán a conocer los datos correctos.
David Colmenares Páramo es un hombre que conoce su trabajo. Lo ha hecho por años en distintas instancias de gobierno; ha sido secretario de Finanzas de Oaxaca y tanto más. Lo hace bien. Es un hombre probo.
Y por lo mismo resulta muy extraño este “error de metodología” y resulta más extraño, aun, que esa auto-corrección ocurra luego de las palabras indignadas del titular del Ejecutivo.
Los mexicanos recibimos con molestia el saber que había diferendos administrativos, pero bien porque éstos se pueden corregir. Qué bueno. No es un asunto de acusar, descalificar o de favorecer a los adversarios de la 4-T. Si es un asunto de cuidar los bienes nacionales.
Pero lo malo es que, con esto, surgen suspicacias. A unas horas de conocer los resultados de la fiscalización-2019 el presidente “ya tenía otros datos”. Aun sin conocer las precisiones que puedan hacer los responsable de cada instancia de gobierno.
¿Hubo presión para echarse atrás en lo informado? ¿Quién presionó a la ASF? ¿Por qué ésta Auditoría no defendió sus propios datos y sí, en unas cuantas horas descubrió “su error”?
Vaya pues. La buena y la mala noticias se diluyen en el terreno de la incertidumbre y la decepción; y peor aún: la desconfianza. Si hubo errores en la ASF, lástima. Si los presionaron para cambiar su dictamen, lástima; lástima por el poder mal entendido. Ahora hay que auditar a las auditorías.
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