CRÓNICA POLÍTICA: A dos años de la victoria de AMLO y aliados…¿qué hay?

 

Rosy RAMALES

Este 1 de julio se cumplen dos años del contundente e inobjetable triunfo de Andrés Manuel López Obrador en la elección a la Presidencia de la República.

Y también ganó la mayoría en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, buena parte de los escaños del Senado, gubernaturas, congresos locales y ayuntamientos.

No fue “carro completo” porque en las democracias y en la pluralidad ya difícilmente se da, pero casi arrasó; sí, él, Andrés Manuel. La coalición “Juntos Haremos Historia” fue formalidad y estrategia mediática, pues López Obrador per se poseía la fuerza electoral.

Aunque en realidad ni él mismo tenía la certeza del fenómeno electoral que representaba, de los resultados tan favorablemente contundentes que cambiarían la correlación de fuerzas en la geografía electoral del país.

En la coalición, sobre todo en Morena tan no tenían la certeza de ganar que la entonces presidenta del partido Yeidckol Polevnsky advirtió: “Que no se atrevan a querer hacer un fraude porque sí se van a encontrar con el diablo, porque no les vamos a permitir un fraude, a ningún precio, no lo vamos a aceptar”.

El mismo AMLO, en una Convención Bancaria, dijo en alusión a la oposición: “Si se atreven a hacer un fraude electoral, yo me voy a Palenque, y a ver quién va a amarrar al tigre, el que suelte al tigre que lo amarre, yo ya no voy a estar deteniendo a la gente luego de un fraude electoral”.

Y hasta John Ackerman (actual integrante del Comité Técnico de Evaluación para seleccionar las ternas de aspirantes a 4 consejeros y consejeras del Consejo General del INE) en el proceso electoral para las elecciones del 2018, dio RT a un tuit donde se decía: “La única manera de que haya un cambio pacífico es con López Obrador. Si nos vuelven a robar la elección, va a haber chingadazos”

No hubo necesidad de invocar al “diablo”, ni de soltar al “tigre”, ni de repartir “chingadazos”, porque no hubo fraude. De hecho, tanto equilibrio ha conseguido la oposición que difícilmente puede haberlo, pues hoy existe un órgano garante del sufragio efectivo, y que es el Instituto Nacional Electoral (INE).

Un INE que nació en abril de 2014, antecediéndole el Instituto Federal Electoral (IFE) que durante alrededor de 24 años dio transparencia y certeza a los procesos electorales a partir del periodo de José Woldenberg como presidente del Consejo General; al paso del tiempo México cuenta con un órgano electoral prestigiado y reconocido a nivel mundial.

Sin embargo, la “Cuarta Transformación”, encabezada por AMLO y aliados, no creen en el órgano electoral. Y a dos años de haber ganado, pretenden desaparecer al INE; o por lo menos transformarlo en un apéndice del Ejecutivo con la integración mayoritaria de consejeros y consejeras afines a Morena, lo cual sería un retroceso.

A dos años de la victoria electoral, los legisladores de la Cuarta “T” partidizaron la Comisión Nacional de Derechos Humanos al designar como presidenta a Rosario Piedra Ibarra, quien en 2018 fue candidata a diputada federal por Morena en Nuevo León, y fue secretaria de Derechos Humanado del Comité Ejecutivo Nacional de este partido.

Ya partidizada, la CNDH se ha convertido en convidada de piedra.

Y el riesgo merodeó, para ponerles fin, al Instituto Federal de Telecomunicaciones, (IFT), la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) y la Comisión Reguladora de Energía (CRE). Además, de la pretensión de permitir al Ejecutivo hacer reasignaciones presupuestales al margen de la Constitución y la ley.

A dos años del triunfo de la coalición “Juntos Haremos Historia”, quizá los mayores logros de AMLO y aliados sean la abrogación de la Reforma Educativa de Enrique Peña Nieto para crear su propia reforma, la Guardia Nacional, elevar a rango constitucional programas sociales y el inicio de obras como el Tren Maya, el Aeropuerto Internacional y la Refinería de Dos Bocas.

Pero ¿son logros que benefician a la Nación? El tiempo lo dirá. Claro, cualquier obra siempre trae algún beneficio sobre todo para las personas involucradas o cercanas a las mismas, beneficio a un proyecto político; pero también siempre es incierto el beneficio general.

A dos años del triunfo de Morena y aliados, nada ha cambiado en cuanto a la sumisión de las bancadas mayoritarias de las cámaras del Congreso de la Unión respecto del Ejecutivo; por el contrario, reprodujeron refinadamente la praxis priista.

A dos años, mientras los programas sociales crecen, la economía se estanca. Y qué bien que haya programas de ayuda a los sectores más vulnerables; sin embargo, la planeación no tiende a hacerlos auto-sostenibles, sino siempre necesitarán de inyección de más y más recursos, lo cual terminará acrecentar la pobreza.

Máxime cuando se ha ahorcado tanto al sector productivo, cuyo colapso amenaza tarde que temprano, pues se le ha sumado la crisis derivada de la pandemia COVID-19.

Claro, el presidente López Obrador, sus legisladores y sus aliados electorales tampoco esperaban la intromisión del virus en los planes sexenales. Sin embargo, en vez de buscar alternativas de equilibrio social y económico, nada más velan por lo social, será porque la pobreza siempre genera votos y México ya se encuentra en la antesala del proceso electoral 2020-2021.

En fin, cabe preguntar y hacer conciencia en positivo ¿si a dos años realmente ha habido por lo menos bases de una Cuarta Transformación del país?

 

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Correo: rosyrama@hotmail.com

 

 

Rosy RAMALES

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