CRÓNICA POLÍTICA: Lilly Téllez, su derecho a disentir de Morena

Rosy RAMALES

La adhesión de Lilly Téllez al Grupo Parlamentario del PAN en el Senado de la República le acarreó duras críticas tachándola incluso de “traidora”, pero también le trajo el reconocimiento como persona de principios inquebrantables.

Hay quienes consideran que debió mantenerse como “senadora independiente” tras su separación (casi dos meses atrás) de la bancada de Morena, a la cual pertenecía como resultado de la elección de 2018 pero postulada como candidata externa.

Sin embargo, también tiene el derecho de adherirse a cualquier otra bancada, quizá más como estrategia para realizar trabajo legislativo efectivo, que por coincidencia ideológica.

Actuar en solitario en la Cámara Alta es complejo, máxime teniendo como rivales a integrantes del propio grupo parlamentario, de donde intentaron echarla vía acción de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena, la cual ordenó a Ricardo Monreal, separarla debido a que “no comparte, respeta, ni representa lo establecido en los documentos básicos del partido”.

Y bueno, ¿qué hace alguien en un lugar donde se le mal ve, donde se le maltrata, donde se le margina, donde se le obliga a creer en lo negro cuando es blanco?

Ricardo Monreal la defendió hasta donde sus propios intereses se lo permitieron, tampoco se supo de alguna defensa por parte de Andrés Manuel López Obrador como jefe político del morenismo.

¿Y cómo la van a defender, si Lilly actúo legislativamente conforme a su conciencia, a sus razonamientos, a sus convicciones? No actúo de acuerdo a la corriente morenista que ha impulsado el aborto; ni estuvo a favor de a Evo Morales cuando se asiló en México, ni le ha quemado incienso al presidente de López Obrador.

Así que Lilly Téllez se convirtió en la senadora incómoda de la bancada de Morena, sin que nadie intentara tender puentes para conservar un cuadro como ella, de perfil de sociedad civil, crítica por la naturaleza del quehacer periodístico.

Y seguirá siendo la senadora incómoda, porque al adherirse al PAN le asesta un golpe político a Morena, no solamente porque se suma al rival ideológico y electoral, sino porque sin el voto de ella, al partido gobernante se le complica conseguir la mayoría calificada.

Claro, no hay nada que no resuelva la “compra” o “convencimiento” de algún senador de alguna de las bancadas opositoras a Morena y aliados para reunir dicha mayoría.

En fin, primero la separación de Lilly Téllez y luego su adhesión a la bancada del PAN, puede convertirse en un referente para más legisladoras o legisladores marginados en el Grupo Parlamentario de Morena, o en las filas de este partido político.

Marginados, o donde se les obliga a ir en contra de derechos fundamentales como por ejemplo, el derecho a la vida y a las libertades (empezando por la libertad de expresión); o a estar en contra de principios constitucionales como la democracia.

En los partidos políticos (sin que sea la excepción Morena) se adueñan de la libertad de pensamiento de las personas, las convierten en entes sumisos sin derecho a pensar ni a disentir; además los capos…perdón, los líderes y los militantes de “abolengo” acaparan los puestos y son los únicos con derecho a opinar.

Y en consecuencia así actúan los grupos parlamentarios.

Ha llegado el momento de romper con tales prácticas. Incluso, en sus documentos básicos mismo Morena impulsa la libertad de pensamiento, la crítica, la pluralidad, la democracia.

Ojalá hubiese más Lillys en el sentido de atreverse a defender sus derechos como legisladora, como política, como ciudadana, como persona. Ya quedará en su conciencia usar en contra de Morena los secretos del partido, lo cual no sería ético.

En fin, por el momento el PAN se colgará la medallita.

 

***

Correo: rosyrama@hotmail.com

 

Rosy RAMALES

Sé el primero en comentar

Déjanos un comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


*