Guadi Calvo*.
El lacerante estigma del colonialismo, parece perseguir, más allá del tiempo trascurrido, a todos los pueblos que lo han sufrido y como un trazo indeleble emerge con vocación sangrienta con cada remezón, que se produce en esas geografías, acosando culturas, naciones, etnias y tribus, a las que de una u otra manera siguen arruinando, los ejemplos se cuentan por ciento de miles tanto que quizás nunca podremos llegar a quitarnos totalmente esa losa funeraria que el Imperio Británico, particularmente, ha echado sobre el mundo.
En cada rincón del mundo surgen pruebas de sus crímenes y frente a cualquier incidente, allí está la evidencia de lo dicho. En la remota y extensa frontera de China con India, donde desde principio de este mes mayo, se vive un clima pre bélico, por las disputas limítrofes, está la mano temblequeante del Imperio cuándo en 1914, Londres, que controlaba India, estableció la llamada Línea McMahon, un antojadizo límite fronterizo entre China e India, con “acuerdo” del Tíbet, que finalmente sería rechazado por tanto por chinos, como tibetanos.
Entre China e India, que ha seguido aferrada a la Línea McMahon, se han seguido registrado innumerables roces a lo largo de los casi 3500 kilómetros de frontera en común, la más extensa del mundo cuyo dibujo definitivo está todavía en discusión.
Ya en octubre de 1959, China probó por primera vez las defensas indias en un ataque a un puesto avanzado en Ladakh, no de casualidad el área donde se han producido las últimas acciones y donde en 1962 comenzaron los enfrentamientos que se conoce como
la Guerra Indochina, que se extendió apenas entre el 20 de octubre al 21 de noviembre, dejando entre muertos y desaparecidos cerca de cuatro mil bajas, la mayoría fueron jawan (soldados) del ejército indio y donde no faltaron ataques masivos que se extendieron desde Cachemira en el oeste hasta el Himalaya oriental. Eso combates que terminaron con una bochornosa derrota india, instalaron a China, definitivamente como la gran potencial regional; en septiembre de 1967 se produce lo que se conoce como los choque de Nathu La y Cho La, los que tras cuatro días de combates en septiembre y solo uno en octubre en que ambos ejércitos tienen intercambio de artillería junto algunos combates de infantería se producirían unas 100 bajas indias y otras 350 de soldados del Ejercito Popular; en 1987 en el valle de Chu, en el estado de Arunachal Pradesh, (que Beijing reclama como propio y que quedó en territorio indio, tras una serie de acuerdos en el siglo XIX , que China nunca reconoció) un ejercicio del ejército indio, junto a la frontera generó alarma en el ejército popular que de inmediato tomó posiciones de combate, aunque el conflicto se pudo detener antes que se produzcan bajas. El siguiente choque fronterizo de alguna relevancia se produjo recién en 2017 en meseta de Doklam, cerca del estado de Sikkim, en el noreste de India, donde ambos ejércitos se enfrentaron durante 73 días en disputada, por la construcción por parte de China. El ejército indio puso en marcha la Operación Enebro, en la que unos 300 efectivos armados y llevando dos excavadoras y otras herramientas cruzaron la frontera de Sikkim hacia Doklam, para destruir un importante tramo de la carretera.
Las disputas continúan.
Todos los fantasmas han vuelto a resurgir cuándo en la noche del cinco al seis de mayo, en dos sectores de La Línea de Control, (LC) como se conoce al sector fronterizo que separa la República Islámica de Pakistán y la Unión India en la sección de Cachemira, el territorio en disputa entre esas dos naciones desde 1947, y que también incluye algunos tramos con la República Popular China, que controla Aksai Chin (Desierto de las piedras blancas), una gigantesca salina escasamente poblada, pero de un importante valor estratégico para Beijing, ya que conecta la región autónoma de Xinjiang, de mayoría musulmanas o uigures, con el siempre inestable Tíbet, se produjo un incidente leve entre patrullas chinas y efectivos de la guardia fronteriza india. Si bien el hecho podría calificarse de menor, casi insustancial, ya que se limitó a algunos pocos disparos, golpes de puños y hasta algún piedrazo, que solo dejó unos pocos magullados entre los efectivos de ambas fuerzas, cualquier conocedor, de la tensa historia entre esas dos naciones, sabe que ningún altercado puede pasar desapercibido en esa frontera.
Los antecedentes sobran, como para tomar a la ligera cualquier rose que pueda producirse, ya que la posibilidad de desencadenar una escalada, que podría trepar a límites extremadamente peligrosos no solo para esas dos naciones, ambas potencias nucleares, sino para toda la región, está siempre latente, a pesar de que muchos consideran los frecuentes incidentes fronterizos, casi siempre de muy baja intensidad, los que podrían considerarse, un accidente geográfico inalterable en el tiempo. Una presunción demasiado arriesgada, si se piensan en las consecuencias que una guerra entre estas naciones podrían acarrear, teniendo en cuenta, la guerra fría que Estados Unidos, gran aliado de India, ha declarado a China, y la sólida alianza diplomática, comercial y militar que China ha forjado con Pakistán, también potencia nuclear y enemigo jurado de India.
Los incidentes, de principio de mayo, se produjeron en dos puntos del sector de Naku La, un puerto de montaña en Sikkim, a más de 5 mil metros de altitud, cerca de Pangong Tso, (Lago profundo) sobre La Línea de Control, donde se inició la guerra de 1962 y es el contexto de la mayoría de los enfrentamientos que se han sucedido históricamente entre Beijing y Nueva Delhi. Esa área se encuentra localizada en proximidades del Tíbet, otro punto caliente de la política interna China, por momentos tan agitada como en la actualidad Hong Kong.
Los enfrentamientos se iniciaron el día cinco al este de Ladakh, cerca del lago, para continuar el sábado nueve en el norte de Sikkim, en el que habían participado también helicópteros de ambos ejércitos. El último choque relevante se había producido también en Ladakh el 11 de septiembre de 2019 en la orilla norte del lago, cuándo patrullas fronterizas durante todo el día estuvieron intercambiando disparos, sin llegar a producir bajas, pero recalentando otra vez el área.
Los hechos del 5 y 9 de mayo, más allá de lo insustancial han dejado mucho material para el análisis, y cuándo para sospechar si la acción no fue premeditada por parte de India, ya que de inmediato el Primer Ministro, Narendra Modi, tomó la decisión de que en esta oportunidad no “serían ellos” refiriéndose a los chinos quienes tendrían que retroceder para salvaguarda el estratégico puente que se está construyendo en cercanías de Daulat Beg Oldi, el último puesto militar al sur del Paso Karakoram, y ya ha ordenado la movilización de más efectivos para contrarrestar a los miles de efectivos del Ejército de Liberación Popular (ELP), estacionados en la región.
Modi, un ultranacionalista, que prácticamente ha declarado la guerra a la comunidad musulmana de su país, unos 200 millones de personas, que están siendo constantemente hostigados y reprimidos, sin contar los que sus políticas anti-musulmanas que ha establecido en Cachemira, apenas teniendo en cuenta la reciente alianza estratégica que ha establecido con el enclave sionista en Palestina, a quien le ha comprado armamento y tecnología bélica y los encuentros con el kapo Benjamín Netanyahu. Modi no puede desdecirse de sus políticas agresivas frente al gigante socialista, a un paso de convertirse en la gran potencia global.
La idea de Nueva Delhi, es no permitir ninguna alteración de “su territorio”, territorio que no está debidamente demarcado, y enfrentar el desafío de Beijing con “fuerza y moderación”, declararon algunos funcionarios de seguridad tras una reunión de alto nivel con Modi, la semana pasada, que además, agregaron que. “India ha decidido enfrentarse a China, en términos de tropas, capacidad y recursos”.
China por su parte a visto en el plan de estratégico de India, de terminar las 61 carreteras en la frontera con China, para diciembre de 2022, que atravesarían diferentes estados incluidos los estratégico y siempre conflictivos Cachemira y Sikkim, lo que permitirían una rápida movilización de efectivos y blindados en caso de contingencias bélicas.
Tras conocerse que el presidente chino Xi Jinping, ordenó al Ejército que “se concentre para operar en los peores escenarios” y “aumente su preparación para la batalla” y “defender la soberanía del país”, fue un mensaje inusualmente hostil para la siempre sobriedad del carismático líder chino, el presidente norteamericano Donald Trump en socorro de Narendra Modi, se ofreció como mediador, lo que todavía no fue atendido por el presidente chino, aunque es difícil reciba algún tipo contestación.
Diferentes artículos aparecidos en la prensa china desde el 18 de mayo, acusan a Nueva Delhi, de “la construcción ilegal de instalaciones de defensa en el valle de Galwan, en Ladakh área revindicada por Beijing y de “incrementar la fricción, por lo que las fuerzas militares indias podría pagar un alto precio”.
Mientras la pandemia que ha golpeado fuertemente a China, demuestra no conocer de fronteras y ahora está en plena expansión en territorio indio donde ya ha sobrepasado los 180 mil infectados y los 5100 muertos que no sabrán que la nieve arde una vez más en la frontera.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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