Eduardo de Jesús Castellanos Hernández
La ideología es una concepción o interpretación de nuestra presencia en el mundo y de nuestra interrelación con los demás seres humanos y con la naturaleza; propia o adoptada y más bien adaptada a nuestra circunstancia, incluso a veces impuesta pero habitualmente asumida de manera voluntaria, para explicar ambas -presencia e interrelación-, actuar uno en consecuencia y esperar o hasta exigir que los demás actúen o piensen igual.
Las ideologías más conocidas y discutidas son las ideologías políticas, las cuales se traducen principalmente en la forma de llegar al poder estatal y ejercerlo o cambiarlo. Pero dichas ideologías políticas incluyen de manera expresa o implícita un modelo económico, esto es, la forma como debemos organizarnos para producir y distribuir los bienes y servicios para satisfacer nuestras necesidades materiales. Finalmente, política y economía son las dos caras de una misma moneda.
A partir de que aparecieron y se consolidaron los estados nacionales, las ideologías oscilan entre dos extremos teóricos: una sociedad sin Estado y un Estado sin sociedad. En la historia mundial reciente encontramos estados ampliamente descentralizados en su gobierno y su economía, frente a otros considerablemente centralizados en ambos aspectos. A unos les dicen democráticos y a los otros autoritarios, por lo menos
En lo político, la ideología puede ser democrática, autoritaria, dictatorial, populista, totalitaria, pragmática, militarista, teocrática, fundamentalista, revolucionaria, anarquista o cualquier otra que, al final de cuentas, resulta una combinación o exclusión o énfasis de alguna de las anteriores. En lo económico, en un extremo está la economía de mercado sin regulación estatal (liberal) y en el otro está la planificación centralizada obligatoria (comunista). A unos les dicen de derecha y otros se llaman de izquierda.
Desde luego que cada ideología se legitima o justifica a partir de valores y principios que rigen nuestra vida en sociedad, los cuales son muchos pero que podemos agrupar alrededor de un núcleo básico: libertad, igualdad, propiedad y justicia. Los de derecha privilegian la libertad y la propiedad, los de izquierda reclaman la justicia y la igualdad. Unos y otros dicen que comparten y luchan por todos esos valores, pero cada corriente ideológica tiene sus favoritos.
Solo que cuando la ideología se identifica con una persona, un partido, un movimiento, una forma de gobierno o un régimen político, los indicadores para evaluar su eficacia, eficiencia y efectividad para resolver los problemas sociales que se propongan solucionar se vuelven tan necesarios como precisos y fáciles de identificar y cuantificar; pues lo que no puede ser medido no puede ser evaluado.
Pensemos en algunos indicadores y consecuencias de la ideología aplicada, cualquier ideología: ¿todos participan en la toma de las decisiones colectivas que les afectan?, ¿todos son escuchados cuando desean emitir su opinión al respecto?, ¿todos tienen trabajo bien remunerado?, ¿todos tienen acceso a servicios de salud de calidad?, ¿todos tienen acceso a la educación y actualización permanente?, ¿todos tienen seguridad en su persona y en su patrimonio?, ¿todos tienen acceso a una justicia pronta y expedita?, etc.
La constitución y las leyes de cualquier país, seguramente de todos, dicen que es derecho de todos tener asegurado el acceso a la educación, la salud, el empleo, la seguridad, la justicia y a todo lo que a usted se le pueda ocurrir. Pero una cosa es que lo diga la ley o que lo digan los gobernantes, los documentos del partido político o que lo pregone la ideología, y otra muy distinta es que suceda en la realidad.
Como todos los gobernantes dicen que están dedicados en cuerpo y alma a lograr que todo eso sea posible, es indispensable el análisis crítico de lo que sucede en la realidad. Así es que les invito a reflexionar sobre el tema en el contexto mexicano de hoy.
20 de mayo de 2020.
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