Rosy RAMALES
Como reza la vox populi, los gobernantes “podrán decir misa”, pero la movilización de las mujeres los días 8 y 9 de marzo es un parte aguas en la historia de México; puede estar marcando el inicio de una nueva revolución femenina sin armas, de una verdadera transformación de nuestro país.
La primera revolución femenina ocurrió –podría decirse– cuando las mexicanas lucharon por el reconocimiento de su derecho al voto; lucha cristalizada en 1953 tras aprobarse la iniciativa del presidente Adolfo Ruiz Cortines.
Pero la lucha ahí no terminó. Las mujeres siguieron empujando por condiciones políticas, electorales, laborales, en igualdad y luego de equidad. Más recientemente, emprendieron la pelea en contra de la violencia política de género.
Y ahora alzan la voz exigiendo justicia, freno a la violencia física y de todo tipo; no más feminicidios, no más agresiones, porque en nuestro querido México en vez de avanzar, retrocedemos en seguridad pública y procuración de justicia, así como en políticas públicas integrales en la materia.
Parece un México sacado de cuentos de terror, de mujeres jóvenes y de niñas asesinadas todos los días.
NECEDAD INSTITUCIONAL
Que triste y grave la necedad institucional en cuanto al Ejecutivo Federal, representado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien insiste en sospechar que detrás de la movilización femenina se encuentra el “conservadurismo” con el propósito de derrotar a su gobierno, con el afán de hacer fracasar su “Cuarta Transformación”.
Es probable que en el movimiento de mujeres se hayan filtrado algunos grupos políticos, poderes fácticos, gente mal intencionada, para desestabilizar en gobierno de AMLO.
Y tampoco deben descartarse infiltrados del mismo gobierno intentando estropear los objetivos de la marcha del ocho de marzo y la protesta #UnDíaSinNosotras, para hacerla aparecer como un movimiento de los conservadores con el propósito de justificar la desatención a la exigencia de justicia.
Igual como en “las mañaneras” cuando supuestos periodistas agreden a periodistas.
No, la movilización de mujeres no tiene padrino político; es real. En la marcha en la Ciudad de México y en todas las entidades federativas, había madres de familia, niñas, estudiantes, obreras, campesinas, indígenas, burócratas, exigiendo freno a la violencia.
Porque ninguna desea engrosar la estadística del feminicidio o de cualquier otra agresión.
Las mujeres que convirtieron en ríos violetas las calles de la capital del país y de entidades federativas no pedían la caída del presidente AMLO.
El gobierno no solamente lo encarna el presidente López Obrador, sino también los gobernadores y presidentes municipales, así como los senadores, los diputados federales y locales, los jueces, los magistrados y los ministros. Entonces, ¿por qué el tabasqueño ve moros con tranchetes?
Allá él y sus colaboradores y colaboradoras.
Es más, los días ocho y nueve de marzo participaron más mujeres; no asistieron a las marchas y se vieron en la necesidad de trabajar, pero estaban sumadas en la exigencia del basta a la violencia, por eso también se vistieron de morado o portaron un moño del color.
Incluso, las hubo sin distintivo alguno, pero igualmente de acuerdo con el clamor de: Freno a cualquier tipo de violencia en contra de las mujeres, justicia, paz.
LA CUBERTURA
Los ríos violeta y #UnDiaSinNosotras tuvieron la más amplia cubertura de medios locales, nacionales y extranjeros. Hasta en eso la movilización de mujeres en México ha sido inédita.
Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador mostró enfado. ¡Cómo ha cambiado! Cuando era oposición reprochaba la poca cubertura a los movimientos sociales.
REVOLUCIÓN SIN ARMAS
En México, las mujeres han dado una pequeña muestra de su gran capacidad de movilización. Y puede ser el inicio de una nueva revolución femenina sin armas, y también de medios de comunicación.
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Correo: rosyrama@hotmail.com
Rosy RAMALES
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