Es un duelo de conciertos, un nuevo modelo de batallar en la larga cruzada por recobrar la democracia en Venezuela. Bastó que el empresario Richard Branson anunciara un espectáculo con grandes cantantes en la fronteriza Cúcuta, destinado a respaldar el envío de ayuda humanitaria a Venezuela, para que el chavismo contraatacara intentando boicotearlo con diversas armas. Una de ellas fue replicar con que ellos organizarían otro show en el mismo lugar y de tres días, de viernes a domingo.
El que promueve el británico dueño de Virgin tendrá como escenario el lado colombiano del moderno Puente Tienditas, nunca inaugurado debido a las sucesivas crisis diplomáticas entre Bogotá y Caracas. Desde el martes, un experimentado equipo trabaja contra reloj las 24 horas para instalar una enorme tarima así como varias pantallas de televisión en la explanada contigua, que puede acoger hasta medio millón de personas aunque esperan una afluencia de la mitad de esa cifra.
Maluma, Juan Luis Guerra,Luis Fonsi, Alejandro Sanz, Paulina Rubio, Carlos Vives, Maná, Ricardo Montaner, Miguel Bosé, Juanes, Danny Ocean, Fonseca, Paulina Rubio, Reik, Carlos Baute, José Luis Rodríguez ‘El Puma’, que reaparece tras una grave enfermedad, son algunos de los que actuarán a lo largo de este viernes, desde las 11 de la mañana (17 horas en la península) hasta las 16 horas locales (22 horas en Madrid).
En un principio las huestes de Nicolás Maduro iban a montar el suyo en el Simón Bolívar, otro de los tres puentes de Cúcuta, capital del departamento colombiano Norte de Santander, que unen ambos países. Después dijeron que sería en la parte venezolana del Tienditas, a sólo 300 metros del de los contrarios. Mantuvieron a todo el mundo en vilo hasta ayer por la mañana que comenzaron el montaje, pero no sobre el puente, sino a sus pies, junto a las cabinas sin estrenar del control aduanero de los vehículos.
Bloqueo de la ayuda humanitaria
Descartada la intención de poner potentes altavoces para perjudicar la calidad del sonido del show de Branson, posibilidad que se barajó el miércoles cuando pensaban que los tendrían encima, ahora podrían perseguir otros objetivos. Uno sería el de utilizar al público chavista que acuda, buena parte transportada en los autobuses públicos de San Cristóbal, capital de Táchira. En algún momento los podrían desplazar al Tienditas para cerrar por completo el paso a quienes pretendan pasar los alimentos y medicinas que el presidente encargado Juan Guaidó quiere hacer llegar a sus compatriotas. La operación dará comienzo el sábado y la carga está almacenada en un hangar de ese puente.
Para armar el bloqueo cuentan “con personas como Darío Vivas, un experto en agitar masas”, asegura una fuente venezolana. Cabe recordar que días atrás ya habían atravesado containers para impedir el tránsito de camiones desde Colombia, pero quedan pasillos libres en los laterales por los que podría circular la cadena humana de voluntarios que ha convocado Guaidó.
Para Leonor Peña, nativa del Táchira y refugiada en Colombia, existe otra razón para un concierto que no contará con cantantes famosos ni casi gente. “El Gobierno monta un simulacro de concierto para confundir a sus seguidores, como siempre hacen”.
Aunque lo mencionado del sonido parezca una nimiedad infantil, tanto organizadores como autoridades colombianas contemplan y analizan todo tipo de escenarios, dada la trayectoria impredecible y, en ocasiones estrafalaria, de Maduro y su círculo. Los entrevistados en el terreno no creen que el líder chavista se atreva a atacar con violencia un acto cívico en un país que no es el suyo, cuando los ojos del mundo están puestos en el concierto. Menos aún, teniendo en cuenta que asistirá Iván Duque y los presidentes de Chile y Panamá, además de diputados europeos, el alcalde de Miami, el Secretario General de la OEA y personalidades de distinta índole. Pero tampoco lo descartan.
Temor a un boicot de seguridad
De ahí que las medidas de seguridad sean extremas. Comenzaron por arar toda la planicie destinada a los espectadores buscando artefactos explosivos y, además del Ejército, han enviado un numeroso contingente policial a Cúcuta, urbe de un millón de habitantes. Patrullan la línea fronteriza a orillas del río, muy seco en esta época del año, y son decenas los integrantes del cuerpo de inteligencia que desplegarán entre el público.
Uno de los temores es que provoquen una estampida con alguna artimaña para generar caos y empañar el espectáculo. “Sabemos que hay un interés manifiesto de la dictadura de Maduro para afectar la seguridad nacional de cara a los eventos”, afirmó Christian Krugüer, director de Migración Colombia, tras la detención en Cúcuta de cinco venezolanos sospechosos.
Mientras unos vigilan para garantizar que nada ocurra, los emigrantes venezolanos siguen intentando ganar unos pesos para sobrevivir. En la boca de una de las trochas clandestinas por las que cargadores pasan mercancía a diario de Colombia a Venezuela, Jeremy, de 12 años, vende zumos de naranja a 500 pesos. Nunca había trabajado y sueña con regresar a su escuela y a su patria. “En Venezuela teníamos hambre y Maduro es el culpable. Iré al concierto con mi mamá y mi hermano. Espero que sirva para que se vaya”.
con información de el mundo
Sé el primero en comentar