“. Como invitados especiales este año estarán rusos y chinos, cuya presencia fue confirmada por el almirante Remigio Ceballos, al frente del operativo.
“EEUU quiere demoler la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), pero no podrán por el sentimiento de nacionalismo que está instaurado dentro del componente militar. Nunca habrá una ruptura en la FANB”, aseguró Ceballos, quien añadió “que todas las tropas bolivarianas responden a Nicolás Maduro”.
Hasta el momento, el abandono de las filas oficialistas se produce a cuentagotas. El último en anunciar su apoyo al Parlamento es el coronel Rubén Alberto Paz, médico que también exhortó a sus compañeros a permitir la entrada de la ayuda humanitaria acopiada en Cúcuta.
Los llamados constantes de Juan Guaidóa los militares no han roto de momento el cerco levantado por el Palacio de Miraflores. “El uniforme militar nuevamente cobrará brillo con sus propias acciones, depende de ustedes hacer valer el orgullo y el honor al permitir el ingreso de la ayuda humanitaria. (No hacerlo) sería un delito de lesa humanidad, casi genocida”, acusó el presidente encargado tras asistir a misa en la iglesia caraqueña de Nuestra Señora de Guadalupe.
La Operación Congreso de Angostura esconde los “ejercicios militares más importantes de nuestra Historia”, se congratuló Nicolás Maduro, cuyo objetivo es “acoplar toda la capacidad operativa, organizacional, de armas y de unión cívica-militar para defender nuestra patria”. Con especial dedicación a “combatir las amenazas externas”, como recalcó el almirante Ceballos.
Desde muy temprano se multiplicaron las imágenes militaristas en distintos puntos del país, incluido el Puente de Angostura, con el generalato chavista al frente, acompañado por gobernadores y otros dirigentes de la revolución. En las maniobras participan soldados profesionales, milicianos revolucionarios, miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y consejos comunales. “¡Leales siempre, traidores nunca!”, se insistió hasta la saciedad.
Bloqueo a la ayuda humanitaria
Pese a sus supuestos mensaje de paz, la revolución ha levantado un “muro” en el lado venezolano del Puente de la Unidad, en la frontera con Colombia. Tres armatostes metálicos y casi un centenar de guardias nacionales permanecen en el sitio. En la otra frontera, la de Brasil, los primeros obstáculos colocados por el Ejército fueron retirados tras la presión de los indígenas pemones, etnia que habita la Gran Sabana.
En el lado colombiano, varias toneladas de medicinas, alimentos y enseres aguardan en los almacenes que el gobierno de Bogotá ha dispuesto en Cúcuta. Diputados opositores y organizaciones civiles preparan este primer envío para 250.000 enfermos graves, a la espera de las órdenes que anunciará en las próximas horas el presidente encargado.
La Asamblea Nacional ya ha convocado una marcha nacional para mañana martes, coincidiendo con el Día de la Juventud. En la frontera ese día se realizará una cadena humana.
El “muro” levantado por la revolución no sólo es militar. El “hijo de Chávez” ha ordenado la entrega de un nuevo bono económico, bautizado como “bicentenario de Angostura”, dotado con 18.000 bolívares, un salario mínimo. Una dádiva sólo para los “patriotas” que disponen del Carnet de la Patria, principal herramienta de control social puesta en marcha por el chavismo, con tecnología china. Y otro más está en marcha, llamado “febrero rebelde”.
Pese a la magnitud aparente del bono, equivalente a un salario mínimo, la hiperinflación que pulveriza el bolsillo de los venezolanos sólo permite comer un huevo al día y beber un café a la semana con 18.000 bolívares soberanos.
El chavismo eleva el tono
Todo vale en la guerra de nervios que vive el chavismo ante el desafío entablado por el Parlamento venezolano. Diosdado Cabello, número dos de la revolución y encargado de elevar el tono siempre que hace falta, ha amenazado incluso con derribar los aviones que entren con ayuda humanitaria. “Cualquier aeronave que viole nuestro suelo patrio tendrá la respuesta adecuada de parte de nuestra Fuerza Armada”, puntualizó Cabello.
“EEUU disfraza la guerra contra Venezuela con una ayuda, No es ayuda ni es humanitaria”, arengó el líder radical a los simpatizantes presentes en un mitin en Barcelona, al este del país. Cabello preside la Asamblea Constituyente, que ya ha anunciado disolverá el Parlamento cuando más le convenga a la revolución.
El mismo destino le espera al presidente encargado, “el peor de los hijos de la Patria”, a quien adelanta “meteremos en la cárcel cuando baje la presión. Hay que ponerle los ganchos (esposas) pero todo a su tiempo”.
En el pulso inédito que ya cumple más de un mes, Guaidó no se arredra, pese a las amenazas que está sufriendo su familia: “Los venezolanos estamos trabajando muy duro para que cese la usurpación y atender esta emergencia”. El plan opositor, para el que se crean redes de voluntarios a toda velocidad, se mantiene. Sólo falta que Guiadó le ponga fecha y hora.
En frente, el “segundo muro de Berlín”, como lo define el politólogo venezolano Ivo Hernández. Por un lado Cuba y los “socios no tradicionales, como Rusia, China (presentes en las maniobras) y Turquía”. Y por el otro, “las democracias, que están conformando la ayuda humanitaria”.
“El Parlamento ha hecho todo lo que tenía que hacer, ya la solución no está dentro de Venezuela, sino en Occidente: EEUU, Canadá y Europa. Venezuela es un estado fallido, una pequeña mafia transversada por fuerzas globales, donde se necesita una ayuda humanitaria urgente”, sentencia el académico en la Universidad alemana de Münster.
Con información de elmundo
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