Rosy RAMALES
No duden que así como el presidente Andrés Manuel López Obrador celebró el aniversario de su triunfo electoral, así también celebre el primero de septiembre y el uno de diciembre próximos, con informe, zócalo capitalino lleno y bailongo.
Y tal vez repita la hazaña año con año hasta concluir el sexenio presidencial. Incluso, con la posibilidad hasta de institucionalizar las celebraciones extra legales.
Bien por el alto concepto de la rendición de cuentas al pueblo de México; más allá de la presentación por escrito del único informe oficial obligado por la Constitución Política.
Sin embargo, es necesario regular tanto los recuentos como el correspondiente festejo para encuadrarlos realmente en por lo menos cuatro principios del gobierno de AMLO: Legalidad, austeridad republicana, transparencia y democracia.
No sería limitarlo, sino ajustar sus actos a su misma predica.
La reglamentación tiene su razón. Verán, en nuestro país tanto gobernadores como representantes populares rendían informe de sus actividades en la fecha, hora y lugar que mejor les acomodaba electoralmente; incluso, hacían informes regionales o distritales. Los presidentes municipales hasta rendían recuentos por colonias o barrios.
Y todos, además del informe, se presentaban en medios de comunicación, sobre todo en radio y en televisión, para hablar de sus obras, acciones y actividades a favor de la ciudadanía.
Los recuentos se incrementaban en pleno proceso electoral con el fin de posicionarse en el ánimo del electorado porque iban en busca del siguiente cargo de elección popular, o porque el gobernante así hacían proselitismo a favor de su partido político.
Por eso, en la ley electoral se reglamentó la rendición de informes de la siguiente manera:
“Para los efectos del párrafo octavo del artículo 134 de la Constitución Política, el informe anual de labores o gestión de los servidores públicos, así como los mensajes que para darlos a conocer se difundan en los medios de comunicación social, no serán considerados como propaganda, siempre que la difusión se limite a 1 vez al año en estaciones y canales con cobertura regional correspondiente al ámbito geográfico de responsabilidad del servidor público y no exceda de los 7 días anteriores y 5 posteriores a la fecha en que se rinda el informe. En ningún caso la difusión de tales informes podrá tener fines electorales, ni realizarse dentro del periodo de campaña electoral.”
Evidentemente, la disposición se refiere a los informes anuales autorizados por la ley; es una prohibición más enfocada al tiempo de campaña y a la difusión de los recuentos.
La norma se queda corta; la restricción debería ampliarse a todo el año electoral para evitar hacer proselitismo con recursos públicos, lo cual implica respetar los principios de imparcialidad y equidad en las contiendas electorales.
Pero tales principios deberían cumplirse siempre.
En fin, habrá quien considere que basta con la disposición arriba citada para aplicarla al informe anual del Presidente de México. Sí. Incluso, el recuento oficial previsto en septiembre, queda fuera de las campañas.
¿Pero el informe semestral y el del uno de diciembre? ¿Y la celebración ex profeso? Claro, en caso de que el mandatario decida institucionalizarlos de manera legal o de facto, por decirlo de algún modo.
Una de dos: O se prohíben en la ley, o se reglamentan. No obstante de que el semestral no siempre coincidirá con el día de la elección, ni el de diciembre con el proceso electoral.
Además, el tema electivo debe verse en los tres órdenes: Federal, estatal y municipal. Recuerden que el ámbito geográfico de responsabilidad de un Presidente es precisamente en todo el territorio del país.
Y luego hay que prevenir cunda el ejemplo. Al rato los gobernadores, legisladores y presidentes municipales querrán rendir informes con su respectiva celebración en la fecha del triunfo electoral y cuando asumieron el cargo, además del anual autorizado.
En fin.
LA CELEBRACIÓN
Claro, ¿por qué no celebrar el aniversario de la victoria, la llegada al poder y el informe anual? Sin embargo, las condiciones del país ameritan celebraciones verdaderamente austeras.
En el festejo del aniversario del triunfo del presidente Andrés Manuel López Obrador hubo grupos musicales voluntarios, según el dicho del propio mandatario.
¿Y cómo se llenó el zócalo capitalino? Seguramente mucha gente llegó por sus propios medios, pero también fue necesario el traslado de personas provenientes del interior del país. Por ejemplo, los indígenas que abrieron el acto popular con la presentación de una coreografía de la Guelaguetza oaxaqueña.
La logística siempre implica gastos. ¿Cuánto costó? ¿Cuántos miles o millones de pesos representan un gasto austero?
Uno, dos, tres millones de pesos que se hayan gastado hubiesen servido para pavimentar más caminos de comunidades marginadas.
EL CULTO
Los informes y su correspondiente festejo puede convertirse en un culto al Presidente de la República, distinto al besamanos acostumbrado por los priistas, pero al fin culto.
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Correo: rosyrama@hotmail.com
Rosy RAMALES
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