Sheinbaum: vivir del pasado

Joel Hernández Santiago

 

Como que ya le está calando a la presidente de México, Claudia Sheinbaum, la insistencia social para que adquiera sus propias responsabilidades como presidente del país y deje atrás el mandato y la estructura burocrática que mantienen vigente en el poder al ex presidente López Obrador. 

 

Es evidente la no desvinculación de la señora Sheinbaum toda vez que con frecuencia lo menciona en halago y sigue la línea trazada por el exmandatario en el tema político, en política internacional, en el rescate de las grandes obras emblemáticas del sexenio anterior: 

 

Tren Maya, Tren Interoceánico, Refinería Dos Bocas-Olmeca, Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, para los cuales ha destinado un presupuesto monumental, dejando atrás la urgente necesidad de fortalecer el sistema de salud en México, evidentemente deteriorado, así como el sistema educativo y la igualdad económica, toda vez que –según el criterio actual- los pobres deberán seguir pobres porque son el capital político-electoral de Morena, et.al. 

 

El rubro de la seguridad ni se diga. Sigue siendo el gran problema nacional. No obstante que durante su informe de los Cien Días de gobierno, la presidente insistió en que los homicidios dolosos y el crimen en general han disminuido durante su gestión. 

 

El tema no es decirlo sino probarlo en tanto cada día se conocen más y más agresiones físicas, violencia, delincuencia y agravios de unos a otros en México. 

 

Para la presidente lo que ella hace es dar continuidad a un proyecto de Nación por el que “juntos luchamos muchos años”, dice. Juntos es Ella, ahora presidente y él, el ex presidente que inició la Cuarta Transformación del país. Una especie de revolución política y social, prometió. 

 

La moda del informe a los Cien Días es un ejemplo. Esta moda de informar periódicamente logros –ciertos o no, sin aludir a deficiencias- fue impuesta por el ex presiente López Obrador que ahora mismo se mantiene en el poder tras bambalinas. 

 

Y para celebrar los Cien Días, se supone que las multitudes aplauden logros; y para ello llenan el Zócalo capitalino y refieren todos los canales electrónicos y digitales de gobierno para informar el hecho y lo dicho en la ceremonia de los “Cien días”. Está bien. Sí, pero… ¿Deveras fueron por voluntad propia? Fueron 350 mil asistentes en un país de 130 millones de habitantes.  

 

Lo más sano para una sociedad democrática es la información cierta, veraz, probada. Esto construye confianza y afinidades. Porque al conocer los faltantes de gobierno, los mexicanos nos involucramos para encontrar soluciones juntos. Excluir a la sociedad de las decisiones de gobierno es antidemocrático y dañino. Hacer consultas a modo no resuelve este grave fallo político. 

 

Pero eso: la presidente de México dice que no, no y no romperá con el ex presidente de México. Lo dijo así en su mañanera del 13 de enero: 

 

«Anhelan que yo rompa con el presidente López Obrador, pues se van a quedar con las ganas. ¿Cómo si luchamos juntos toda la vida? Eso fue lo que me comprometí con el pueblo, es mi convicción darle continuidad a una transformación que inició en diciembre del 2018». 

 

Por supuesto, el ex mandatario López Obrador hizo lo que en su criterio correspondía a su presidencia. Para bien o para mal terminó su gestión. Hizo ganar a su partido para la presidencia e impuso a su candidata por encima de los otros aspirantes de su mismo partido y cercanos a él, a los que a fin de cuentas se premió en su fidelidad con puestos de alto rango político y burocrático. 

 

Pero aquello dejó herencias que hoy mismo se deben resolver y  heridas que es necesario sanar si se quiere un país unido frente a momentos adversos que se presagian en el futuro, no sólo al interior del país con gobiernos estatales y municipales impregnados del poder criminal. 

 

También vienen días difíciles en la relación con el exterior, particularmente con Estados Unidos por las amenazas de Donald J. Trump, no se ha sanado el problema con España o con Perú… y así. 

 

La economía mexicana está en vilo. La sociedad del país, la gente de a pie, digo, comienza a cansarse de las promesas de bienestar que no corresponden a los altos costos y precios de los productos básicos. La ausencia de medicamentos. La ausencia de servicios de salud. La inseguridad. La pobreza sigue creciendo y las diferencias sociales están ahí, como si no hubiera ocurrido una 4T. .

 

La justicia social, la democracia, el equilibrio de poderes, la igualdad social y el todo cumplido para todos –sí, todos- es el sustento de cualquier gobierno de izquierda. De la izquierda que en verdad lo es y la que muchos queremos. ¿La hay en México?

 

A las críticas que persisten sobre los programas sociales respondió en sus Cien Días: «No están de acuerdo con eso, pero por eso perdieron, porque el pueblo de México quiere que continúe la transformación», respondió.

 

Si. Ya está en la presidencia del país la señora Sheinbaum. Bien. Es la presidente de todos los mexicanos; si, de todos, afines a ella y a su partido, como también la disidencia, la oposición y la crítica: todos los mexicanos deben ser beneficiarios de un gobierno que se ostenta como moderno, democrático, igualitario, incluyente y de justicia social. ¿Lo es?

 

Sí, tenemos a una presidente y queremos que lo sea, en toda la extensión y profundidad y responsabilidad de la palabra, del concepto, de la oportunidad histórica. Vivir del pasado o a la sombra del pasado es bueno sólo para corregir errores, no para repetirlos: Ojalá. 

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