Joel Hernández Santiago
Se ha desplegado una campaña mediática de gran escala para dar a conocer la presencia de la presidente de México, Claudia Sheinbaum, en la reunión del G-20, en Brasil. Está bien. En principio le ha ido bien. Esperemos resultados tangibles y si atienden su propuesta forestal…
El Grupo de los Veinte (G20) es un foro de coordinación de políticas macroeconómicas entre las veinte economías más importantes del mundo, que incluye las perspectivas tanto de países desarrollados, como de economías emergentes.
Está integrado por: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea. Juntos, los miembros del G20 representan alrededor del 90% de la economía mundial y el 80% del comercio internacional.
La presencia de nuestro país en este tipo de cumbres de jefes de Estado y ministros de economía es siempre benéfica para establecer contactos y acuerdos importantes, así como vínculos significativos con los países que importan a México y a los que México les importa. Es asunto de dos vías.
La presencia allá de la señora Sheinbaum contrasta con la reticencia, casi permanente, del ex presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien puso como pretexto para no acudir a reuniones de altísimo nivel internacional el que “su trabajo era aquí, dentro del país, no fuera”.
AMLO respetó, como presidente de México, la Doctrina Estrada cuando le convenía a su imagen presidencial, pero en muchos otros casos hizo un verdadero desastre de la política exterior mexicana, como fueron sus frecuentes confrontaciones con el gobierno de EUA, con España, con Austria, con Perú, con Bolivia, con el Vaticano… tanto más.
Aunque sí corrió a Washington al llamado de Donald J. Trump cuando era presidente de aquel país y quien luego diría que “dobló” al gobierno de AMLO. Habían transcurrido 19 meses después de que el mexicano tomó posesión y su primer viaje al exterior fue EUA el 8 y 9 de julio de 2020. Luego viajaría a Guatemala, El Salvador, Honduras, Colombia, Chile y Cuba, viajes más de orden ideológico que comercial, de seguridad nacional o de intercambios culturales…
El 31 mayo de 2019 dijo: “De una vez les adelanto, no voy a ir a la reunión del G20 [Japón], pero sí les voy a mandar una carta sobre los problemas de la desigualdad en el mundo, que para eso deben ser las reuniones. Esas son las reuniones que hacen falta. Ya basta nada más de estar viendo las cosas por encima y no ir al fondo”, afirmó entonces. Y no fue.
Marcelo Ebrard hizo poco como secretario de Relaciones Exteriores con AMLO. Poco margen le daba el Ejecutivo para potenciar la presencia de México en el exterior porque como canciller se mantenía cauteloso y porque los asuntos exteriores se manejaban desde Palacio Nacional.
Hoy tenemos que hay un secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, pero poco o nada se sabe de lo que hubiera gestionado en lo que va del gobierno de Claudia Sheinbaum.
Cierto, apenas han transcurrido un mes y días del Segundo piso de la Transformación, pero aun así es tiempo en el cual han ocurrido asuntos en los que la presencia del Canciller es requerida.
Es el caso de los dichos y amenazas del presidente electo de EUA, Donald J. Trump, que resultan en agravios al gobierno de México. Nada. Silencio del Canciller. Fue Marcelo Ebrard, como secretario de Economía, quien salió al quite para decir que el aumento de aranceles a productos mexicanos que prometió Trump a sus electores podría ser contestado por México también con aranceles.
Trump será presidente de EUA a partir del 20 de enero próximo, pero es cierto que quienes han apoyado y han declarado en contra de México son legisladores republicanos en activo. Y son ellos los que incrementan una animadversión estadounidense en contra del gobierno de nuestro país. ¿Y qué ha dicho el embajador de México en EUA, Esteban Moctezuma? Nada.
Tanto el jefe de gobierno de Ontario, la mayor provincia de Canadá, Doug Ford, como la primera ministro de Alberta, Danielle Smith, piden excluir a México del Tratado Comercial de América del Norte (TMEC).
En lo que podría ser una posición del gobierno canadiense, acusan que “México es la entrada de China al mercado norteamericano” y eso, dicen, “es desleal”. Piden a EUA que de plano en la revisión que se haga de este tratado en 2026 se convierta en un tratado bilateral: Canadá-EUA. En México, la Cancillería en silencio.
Hasta hoy nada se ha hecho para solucionar los conflictos en los que López Obrador metió a su gobierno con Perú o Bolivia. Ningún despliegue diplomático con España.
La misma presidente de México –en el caso español- subrayó la posición de López Obrador al no invitar al jefe de Estado de aquel país a su toma de posesión y, frente a la respuesta del presidente español, Pedro Sánchez de que es “inexplicable e inaceptable” la decisión de México de no invitar al rey a la toma de posesión de Sheinbaum…
Ella, inmediato contestó que lo dicho por Sánchez y que la corona española no contestara una misiva del López Obrador para que ofreciera disculpas al pueblo de México por lo ocurrido hace 500 años aquí, debería ser considerado una falta del respeto “al pueblo de México”.
Tanto más. En todo caso la política exterior de todo país es indispensable para su convivencia internacional, para asuntos comerciales, de seguridad nacional, de intercambio científico y tecnológico, de inversiones, de seguridad para mexicanos en el exterior y, sobre todo de diplomacia.
Pero nada, en México, la actual Cancillería duerme “el sueño de las manzanas”.
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