Joel Hernández Santiago
Estamos a unos cuantos días del 2 de junio de 2024; domingo en el que los 98.5 millones de mexicanos al grito de guerra acudirán a las urnas para elegir a más de 20 mil cargos públicos. Ojalá y salgan todos los ciudadanos a votar, o acaso una gran mayoría de ellos. Eso será lo mejor y mostrará a una sociedad mexicana comprometida y responsable.
Y es que en esto de elegir a quién gobernará no es un asunto de simpatías o diferencias; de este me cae bien o me cae mal; de este me da dinero cada mes y si voto en contra me lo quitarán. No. Sí se trata de una enorme responsabilidad para cada uno de nosotros…
Esa responsabilidad está en esas urnas electorales porque ahí se plantará nuestra voluntad para el futuro de México. El futuro de todos nosotros durante seis años… y más.
Lo que se componga o descomponga traerá consecuencias en la vida futura de una sociedad mexicana que está urgida de vivir en paz, en armonía, con todo cumplido para todos: casa, comida, sustento, educación, salud, seguridad en nuestra persona y en nuestro patrimonio, cultura, solaz…
Este sexenio está a punto de concluir. Y es el momento oportuno para hacer evaluaciones. Para saber si México es ese dechado de virtudes y felicidad que se nos prometió en 2018 o si fue un fracaso estrepitoso. Si estamos en un momento de auge o de declive. Y bajo esta reflexión emitir el voto.
Es el sexenio al que llegó Andrés Manuel López Obrador con una amplísima mayoría -más de treinta millones de mexicanos así lo decidió aquel domingo 1 de julio-. Todavía a la mitad de 2018 los mexicanos estábamos hasta la coronilla de abusos de gobierno, del de Enrique Peña Nieto, cargado de corrupción, mentiras, engaños y desinterés.
En 2018 seguía en su lucha por el poder el hombre de Tabasco. Lo había buscado por años-años-años; y no llegaba a la presidencia por distintas razones: la primera de ellas que muchos mexicanos tenían miedo a sus propuestas extremas. Pero también porque hubo chanchullos electorales por los que él no llegó antes a la presidencia de México…
Es en 2018 cuando desgranó como pocas veces, un sinnúmero de promesas de campaña. Habría que hacer la evaluación de cuantas se cumplieron y cuantas no. O cuanto era engaño y mentira. Cuánto de verdad en aquel sueño mexicano por ser distinto, por acabar con la vieja historia de los abusos de poder, de un presidencialismo desmedido y extremo, de indiferencia e ingobernabilidad.
Ese domingo de julio de 2018 la gente salió a votar y ganó la presidencia la coalición “Juntos haremos historia” (Morena-Partido Verde-Partido del Trabajo). Lo que sigue corresponde al estudio socio político y a la historia decirnos qué fue lo que pasó durante estos seis años de gobierno de la 4-T.
Pero también habrá de decirlo el elector el domingo 2 de junio de 2024. Esa es la única encuesta válida en cada caso. Y serán determinante sus resultados…
Esto siempre y cuando no haya chanchullos. No haya marrullerías. No haya traición al principio democrático del “Sufragio efectivo. No reelección.” Y la no reelección significa dejar el poder. Dejar de meter las manos en asuntos de gobierno.
Dejar que quien llegue gobierne bajo su absoluta responsabilidad. De otra manera estaremos repitiendo la vieja historia del principio. Del poder, tras el poder. Eso que tanto daño le ha hecho a México y a los mexicanos, que seguimos aspirando a tener un país regido por la democracia transparente y responsable.
Es tiempo de que cada uno de nosotros hagamos esa evaluación de lo que ocurrió en este sexenio. En qué punto se encuentra México de soluciones. En qué punto está México de problemas inauditos.
¿Cuál es el estado de la seguridad pública? ¿Y la violencia? ¿Y el tema de salud? ¿Y la educación? ¿Y la seguridad pública, responsabilidad de gobierno? ¿Y el crecimiento económico? ¿Y el empleo?
Cada uno de nosotros sabe la verdad según la perspectiva única. Y todos juntos lo sabemos. Ojalá a esta verdad no se le impongan criterios utilitarios, de interés individual, de garantía de abasto económico que sustituye a las políticas públicas de desarrollo social por una entrega económica que semeja más a la caridad…
Cada uno de los candidatos sabe lo que trae en el buche. Cada uno sabe a quién responderá durante su gestión en la función pública o legislativa o estatal o municipal: Si al pueblo que lo eligió por voluntad libre y soberana o a intereses insanos de gobierno o del crimen organizado que sellarán el futuro mexicano.
El presidente López Obrador ha mostrado una tendencia irrefrenable a intervenir en el proceso electoral en favor de su candidata Claudia Sheinbaum y de los candidatos de Morena y aliados. Eso que él mismo criticó y que acusó durante años, para llevar a los tribunales electorales parece estar ocurriendo ahora que él está en el poder: una contradicción de gravísimas consecuencias en democracia.
Los y las candidatos de Morena, et. al, ya cantan victoria. Para la candidata oficial lo del 2 de junio es sólo un trámite, según ella. Pero según los mexicanos todo está por verse. Y está por conocerse qué tipo de mayoría predominará en el Legislativo.
De todo ello depende México. De todo ello dependemos siempre y cuando, lo dicho: se respete nuestro voto. Y lo que hubiera de llevarse a tribunales sea resuelto en ley y no bajo el estigma de un mandato único.
El daño podría ser irreversible. De todos-de cada uno de nosotros depende lo que sigue en México. Y eso: hay que salir a votar: todos.
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