Trump empantanado en Afganistán.

 

Guadi Calvo*.

Por medio de un twitter el presidente norteamericano Donald Trump dio a conocer a última hora del sábado que había cancelado de manera indefinida la cumbre secreta que esperaba desarrollar en Camp David (Maryland) al día siguiente con una representación del Talibán y el presidente afgano Ashraf Ghani.

La cancelación, según aclara Trump, responde a la dura campaña que vienen desplegando los integristas, en procura de llegar a la mesa en una posición de más fuerza. Para ello a lo largo del mes de agosto y en particular en la semana preveía a la ahora suspendida cumbre, los ataques del talibán, no solo golpearon duro en Kabul, sino en otros puntos lejanos del país, lanzando ofensivas en la provincia occidental de Farah y en la nororiental de Baghlan, y un nuevo ataque a la estratégica ciudad de Khunduz, el que debió ser repelido con bombardeos aéreos donde habrían muertos cerca de 20 personas. Los integristas en dos oportunidades anteriores atacaron la ciudad capital del estado norteño, con más de 250 mil pobladores, en 2015. En la última oportunidad los milicianos habían conseguido mantener la toma por dos semanas.

Aunque la acción que más ha molestado a presidente norteamericano fue la del pasado jueves cinco, cuando un coche bomba conducido por un shahid (suicida) estalló en Shash Darak, un área fuertemente fortificada cerca de la zona verde y lugar de importantes sedes del gobierno, incluida la Dirección Nacional de Seguridad y la embajada de Estados Unidos. En el ataque veintiuna personas murieron entre ellas uno de los doce diplomáticos que Rumania mantiene en el país, un soldado norteamericano y el resto civiles afganos, además de dejar 42 heridos y 12 vehículos destruidos. Tras el ataque el jefe de la agencia de inteligencia afgana debió renunciar.

Si bien Bucarest no dio a conocer el nombre del diplomático muerto, se conoció que el militar norteamericano era el sargento de Primera clase Elis Ángel Barreto Ortiz, un paracaidista de 34 años de Morovis, Puerto Rico. Barreto Ortiz, es el 16° militar norteamericano muerto en combate en lo que va del año y el cuarto los últimos catorce días.

Horas después del ataque en Kabul, los integristas se atribuyeron el estallido de un coche bomba a las afuera de una base militar afgana en Puli Alam, la capital de la provincia de Logar, que alberga a miembros de las fuerzas especiales afganas, en que murieron cuatro soldados.

El anuncio de Trump de suspender la reunión secreta provocó el repudió de varios senadores republicanos que nada sabían al respecto y declararon a la prensa lo inoportuno de permitir que miembros del talibán, aliados de al-Qaeda, pudieran haber llegado al país, a días del cumplirse un nuevo aniversario del ataque a las torres, razón por la que Estados Unidos invadió Afganistán en 2001.

El presidente afgano, que se aprontaba a viajar a Washington el mismo sábado, decidió retrasarlo varios días. El portavoz de Ghani dijo que su gobierno apreciaba el anuncio de Trump y que esta cancelación debería abrir el camino para las conversaciones directas entre Kabul y los insurgentes.

Todavía no se conoce si la suspensión del encuentro, podría ser solo un impase o el final abrupto de las largas y tortuosas negociaciones que hace más de un año se establecieron entre Washington y el alto mando talibán en Qatar, conducidas por Zalmay Khalilzad, un veteranos diplomático norteamericano, que ha trabajado cuidadosamente con los negociadores de la organización fundamentalista intentando resolver diplomáticamente lo que los 18 años de guerra no han logrado. Para ello Khalilzad, a lo largo del último año mantuvo en Doha nueve reuniones con el talibán habiendo alcanzado un importante principio de acuerdo, que me permitía a Trump cumplir con una de sus primeras promesas de campaña: terminar la guerra y sacar a los soldados norteamericanos de Afganistán.

Entre los puntos acordados figuraban, la ruptura entre el Talibán y al-Qaeda, luchar contra el Daesh Khorassan y evitar que los fundamentalistas de Asia Central, conviertan a Afganistán en un santuario, donde conseguir refugio y asistencia. Además que comiencen las conversaciones con el poder político de Kabul, a lo que se habían negado de manera taxativa hasta hace unos meses, lo que tendrá que incluir un acuerdo de alto el fuego.

Por su parte Estados Unidos se comprometía a retirar inicialmente 5 mil, de sus casi 14 mil efectivos desplegados en el país. Trump y sus principales funcionarios de seguridad nacional habían aceptado las soluciones alcanzadas por Khalilzad a fines de agosto. Aunque John Bolton, el asesor de seguridad nacional, insistió en que no se podía confiar en los talibanes. Estados Unidos junto al gobierno afgano tendrían 135 días, para controlar el comportamiento de los insurgentes y entonces decidir si continúan las siguientes fases del acuerdo.

La pretensión del talibán, es que los entre todos los militares norteamericanos sumados a los 5 mil miembros de la OTAN abandonen el país de manera inmediata, lo que para los expertos podría provocar una inmediata guerra civil, llevando al país a condiciones similares previas a 2001. 

Una incógnita abierta.

Nadie en este momento puede augurar como se terminara resolviendo esta nueva crisis en la grave problemática que Estados Unidos tiene en Asía Central. Por estas horas es una incógnita como seguirán, si siguen, las negociaciones de Khalilzad, por que no se conocen tampoco el grado de enojo del presidente Trump, tan dado a sus caprichos y tan elemental a la hora de la diplomacia. 

Si bien Trump tomó muy seriamente lo prometido en la campaña respecto a Afganistán la realidad lo llevó a obedecer a sus asesores elevando en 2017 a 14.500 los hombres destinados en Afganistán, casi el doble de los que había dejado Barack Obama, aunque es cierto que el resurgimiento del talibán, es una realidad incontrastable y hoy la organización liderada por el mullah Hibatullah Akhundzada, territorialmente ha alcanzado un control que no tuvo en ningún momento desde que fueron expulsados por las fuerzas norteamericanas en 2001.

El rubicundo presidente norteamericano, deberá tragar saliva y seguir con las negociones con los talibanes más allá de sus “incumplimientos”, dado que es crítica situación de seguridad donde de manera constante replican ataques y atentados no solo del Talibán sino del Daesh Khorassan que en los últimos dos años se ha fortalecido en desmedro de la cada vez más endeble posición del gobierno de Ghani, quien además pone en juego su reelección en los comicios del próximo 28 de septiembre.

Tras la anulación de la reunión de Camp David, el talibán en la tarde del domingo, emitió un comunicado en el que además de confirmar que estaba preparado para firmar un acuerdo con los negociadores estadounidenses y volver a la mesa de conversaciones, también advertía que el nuevo panorama tras el veto de Trump perjudicará a Estados Unidos y de no reanudarse las conversaciones, continuara con la “yihad”, poniendo fin a la ocupación de su país.

La nueva situación ha alarmado fundamentalmente a las comunidades minoritarias chiitas y hazaras que viven en oeste de Kabul, blanco favorito de los fundamentalistas wahabitas, particularmente en estos días en que se encuentra observando el Ashura, una de las fechas más solemnes del chiismo, y en la que los integristas sunitas en infinidad de oportunidades tanto en Afganistán y otras naciones musulmanas han aprovechado para atacar mezquitas, santuarios y otros lugares donde se reúne la comunidad chiita, habiendo causado verdaderas matanzas.

En las primeras horas del domingo se conoció que un grupo de seis periodistas de medios nacionales privados y públicos que informan en dari y pasthun, fueron secuestrados a su vuelta de un viaje a la provincia de Patkia en el este del país. Si bien el talibán informó que los hombres de prensa habían sido secuestrados por “error”, más de doce horas del hecho nada se conoce de su suerte. En junio, los talibanes advirtieron que los periodistas serían atacados si los medios no dejaban de difundir “propaganda gubernamental contra ellos”. Esta situación todavía provoca más incertidumbre si se tiene en cuenta que en 2018, fueron asesinados por lo menos trece periodistas convirtiendo a Afganistán en el país donde más muertes de ese gremio se han producido en el mundo

Son muchas las variantes que se siguen interponiendo entre Afganistán y la paz, cuestiones que entre tantos tiene empantanando a 34 millones de afganos juntos al presidente Trump.

*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

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