India: Una peligrosa deriva al fundamentalismo.

 

Guadi Calvo*.

 

Desde la partición de la India en 1947, los conflictos entre la mayoría hinduista y la comunidad musulmana local, no ha dejado de encontrar excusas para el enfrentamiento, más allá de la siempre sangrante Cachemira, desde las matanzas a gran escala, ataques aislados y linchamientos espontáneos han sido una constante, siempre retroalimentada por el odio que vuelve a iniciar el ciclo de venganzas una y otra vez, situación de la que los políticos hindúes han sabido sacar mucha ventaja, por lo que ningún gobernante a excepción de Nerhu, ha intentado detener las crisis periódicas, que termina de zanjarse con cuotas cada vez más importantes de muertes.

De la profundización de esta problemática, ninguno político en la historia de la India moderna ha sabido sacar mayor provecho que Narendra Modi, que desde sus días como Ministro Principal (Gobernador) del estado de Gujarat (2001-2014), articulando el odio religioso ha llegado a ser electo como Primer Ministro de la India en 2014 y reelegido en mayo último para un nuevo mandato.

El 27 de febrero de 2002, apenas asumido Modi como gobernador de Gujarat, se produjo un confuso episodio en el que murieron 59 karsevaks (voluntarios religiosos) y peregrinos hindúes en el incendio del Sabarmati Express, que estalla en cercanías de la estación de Godhra, que viajaban a los templos de Ahmedabad, 

De inmediato fueron responsabilizados radicales islámicos, lo que dio lugar al inicio de una “cacería” que se extendió las siguientes semanas y terminó con al menos de 2 mil musulmanes muertos, ante la pasividad de la policía y las autoridades estaduales encabezadas por Modi que gobernó entre 2001 y 2014, utilizando en nacionalismo hindú como su mejor propuesta de gobierno. En sus campañas electorales en Gujarat alentó el Gujarati asmita (orgullo de Gujarati), lo que llevó a las multitudes ha recibirlo en sus mítines al grito de Dekho kaun aaya, Gujarat ka sher aaya“. (El león de Gujarat ha llegado).

Como Primer Ministro Modi radicalizó a la sociedad y los incidentes ataques particularmente contra los musulmanes se multiplicaron durante los primeros cinco años en septiembre se conoció que el gobierno estaba construyendo en el estado nororiental de Assam, campos de detención masiva, para los casi dos millones de personas que fueron despojadas de su ciudadanía, fundamentalmente migrantes sus  descendientes provenientes de la vecina y musulmana Bangladesh, que viven en el país desde hace décadas. En una campaña del Registro Nacional de Ciudadanos (NRC) se les exige a miles de campesinos pobres, que para constatar su identidad deberán mostrar certificados de nacimiento, de lo que carecen en su gran mayoría. Por lo que las autoridades esta legislando para otorgar la ciudadanía a inmigrantes hindúes, sijs y budistas de países vecinos, lo que no está contemplado para los musulmanes.

La prédica anti topiwalas (musulmanes), de Modi, escala en su nuevo mandato limites altamente peligrosos, más allá de la situación en Cachemira, la que utilizó para su conseguir su reelección en mayo pasado, siempre acompañado por los ultraderechistas del partido Bharatiya Janata (BJP, Partido Popular Indio), el Vishwa Hindu Parishad (VHP, Consejo Mundial Hindú) una organización político religiosa integrista y su movimiento originario el Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS, Asociación Patriótica 

Nacional), una organización paramilitar inspirada en las hitlerianas Sturmabteilung (SA Sección de Asalto) más conocidas como los camisas pardas, ahora incorporó a su conglomerado político al supremacista Abhinav Bharat (Sociedad Juvenil de la India), fundada en 1904 y originalmente secreta, cuyo objetivo primordial es establecer un rashtra (estado) hindú, no solo en la India, sino también en Pakistán y Nepal. Uno de sus líderes Pragya Singh Thakur, elegido diputado en mayo, días antes de las elecciones en un mitin se refirió a Nathuram Godse, el hombre que asesinó a Gandhi, como un patriota, ya que en la acalorada cosmovisión del nacionalismo hindú, Mahatma es considerado un simpatizante musulmán.

Modi en su segundo mandato intentaran afianzar el concepto Hindutva, que parangona y define a lo indio como lo hindú, más allá del matiz de una “H” en definitiva solo es indio quien profesa el hinduismo y defiende los valores hindúes, casi el 80%  de los 1300 millones de habitantes dejando fuera a los aproximados 190 millones de musulmanes un 14.2%, los 25 millones de cristianos 2.3% y el resto minoría como el Sijismo y el Budismo, verdaderamente muy minoritarias.

La comunidad musulmana, solo ha alcanzado a promocionar 26 candidatos al parlamento indio en mayo, lo que hace prácticamente imposible poder gestionar leyes que los protejan. Mientras su historia ha sido eliminada de los textos escolares y los informes acerca de que turbas hindúes asesinan musulmanes por la sola sospecha de que han sacrificado vacas, sagradas para el hinduismo, para alimentarse, aumentan días tras día.

Un pleito Divino.

 

En esta realidad altamente sensible la disputa, sobre las casi dos hectáreas ubicadas en la pequeña ciudad de Ayodhya, en el estado de Uttar Pradesh (Provincia del Norte) por la que Corte Suprema de la India, se acaba de expedir el día nueve de noviembre, podría acarrear un nuevo motivo de conflicto entre hindúes y musulmanes.

La corte dictaminó que el predio en disputa durante 150 años pase a manos de los seguidores del Dios Rama, avatar de Visnú, considerado una figura histórica y el más virtuoso de la mitología hindú, donde Modi había prometido levantar un gran templo, ya que según las escritura es el lugar de su nacimiento. Algunas investigaciones arqueológicas han concluido que existe evidencia de que un templo hindú se encontraba en el sitio antes de la construcción de la mezquita en 1528.

En ese predio estaba emplazada la mezquita de Babri, construida por el emperador mogol Babur en el siglo XVI, según los argumentos hindúes, fue levantada sobre las ruinas de un templo dedicado a Rama.

En diciembre de 1992, bandas de fanáticos hindúes destruyeron la mezquita en apenas unas pocas horas, para después miembros de BJP iniciaron una persecución contra musulmanes, que terminaría producido cerca de 2 mil muertes.se produce el quiebre del secularismo y la instalación de la lucha religiosa, fracturando al país y explotando políticamente ese conflicto. 

Desde entonces en Ayodhya, comenzó la disputa legal por esos terrenos, que se salda no solo con un veredicto a favor de la posición hindú, sino que aportar una nueva victoria para el Primer Ministro Modi, a seis meses de su aplastante triunfo electoral. En 2010 una sentencia había dividido la tierra entre musulmanes e hindúes, pero el fallo fue rechazado por las dos partes, por lo que el caso fue elevado a la corte suprema en agosto.

La construcción de un templo para Rama en la ciudad de Ayodhya es un deseó largamente esperado por los nacionalistas hindúes y un objetivo fundamental para el Bharatiya Janata. 

La decisión de los cinco jueces fue unánime, aceptando la afirmación de los hindúes de que es el lugar de nacimiento del Dios Rama,  y que la mezquita “no se construyó en terrenos baldíos” y que la creencia hindú no podía ser discutida, lo que incrementar las posibilidades de profundizar todavía más el conflicto religioso.

La corte que otorgó el título de la tierra en disputa al propio dios Rama, ya que en la jurisprudencia india, un dios pude ser considerado una persona jurídica, asignará a la comunidad musulmana terrenos no lejos del sitio en disputa para la construcción de una nueva mezquita.

Todo el país fue puesto en alerta de alta seguridad después de la resolución judicial,  a esperar de nuevos disturbios. Miles de policías y tropas paramilitares fueron enviados al estado de Uttar Pradesh y alrededor de 500 activistas musulmanes y fanáticos hinduistas fueron arrestados en los días anteriores. Fuertes controles de seguridad y restricciones de movimiento se observaban tanto en calles como en rutas aledañas a la ciudad, donde la policía también levantó barricadas. Al tiempo que tanto protestas, como festejos han sido prohibidas en Ayodhya.

Desde que Modi y el BJP tomaron el poder en 2014, la reconstrucción de un templo Rama en Ayodhya ha sido una cuestión fundamental, ya que Uttar Pradesh, es el estado más poblado de la India, clave desde entonces en vista de las elecciones disputadas en 2019, que consagraron a Modi para un segundo mandato. Yogi Adityanath, un monje hindú de línea dura y Primer Ministro del estado, fue uno de las voces fundamentales en la lucha judicial, que el sábado terminó con un largo conflicto aunque profundiza una peligrosa deriva al fundamentalismo

*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

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