España: Prometió a esposa e hijos regalos de Pascua; en realidad quería asesinarlos

Medios españoles lo definen como una pesadilla de violencia y angustia. Un hombre llevó a su esposa y dos hijos de excursión, les prometió regalos de Pascua para que entraran a una cueva y asesinó a dos de ellos. El niño más pequeño, Jonas, de seis años, logró huir y relató lo sucedido.

El hecho ocurrió en Tenerife, España, en el municipio de Adeje, en una cueva perdida en el barranco del Burro. La investigación continúa luego de que el miércoles se localizaran los cadáveres de Shilvia y su hijo de 10 años, presuntamente asesinados a golpes por su expareja y padre, Thomas Handrick, de 43 años.

Una de las hipótesis que barajan es que primero atacó de forma brutal a Shylvia, de 39 años, a quien mató a golpes mientras que, posiblemente agazapado en una esquina de la cavidad, su hijo mayor quedaba paralizado por el miedo. Fue el segundo en morir. El hijo pequeño, Jonas, de seis años, logró huir y fue el que relató lo ocurrido. Sus abuelos maternos vuelan hacia la isla para hacerse cargo de él.

La policía ha podido establecer una cronología macabra en donde se pone de manifiesto que el presunto asesino trazó un plan premeditado. Thomas, cocinero y separado de su pareja, residía hace tiempo en una casa en el centro de Adeje. Recibía la visita desde Alemania, su país de origen, de su exmujer y sus dos hijos de forma regular. La familia procedía de Sajonia-Anhalt.

Shylvia llegó con los niños el pasado lunes 22 de abril, y 24 horas después perdía la vida a golpes junto a su hijo mayor. Thomas los llevó de excursión este martes hacia la zona de Ifonche, adentrándose en una zona escarpada entre los barrancos del Burro y el Infierno. Fue allí, en una cueva perdida en donde lanzó su ataque.

El presunto autor de los hechos tiene arañazos y heridas producidas por los intentos de defenderse por parte de las víctimas, según fuentes cercanas a la investigación. Jonas, de seis años, huyó cuando vio los golpes y la sangre. Vagó durante cinco horas en estado de shock hasta que fue encontrado por unos excursionistas que, al no entenderle, le llevaron a la comandancia de la Guardia Civil de Las Américas, donde una vecina hizo de traductora.

Cuando fueron a detener a su padre, del que no constan denuncias previas, este se encontraba durmiendo como si nada hubiera pasado. Se comportó de forma violenta y se negó a decir dónde se encontraba el resto de su familia. Los cadáveres fueron localizados después de una búsqueda en la que participaron 100 personas y dos helicópteros.

Annelies B., una holandesa que sirvió de traductora, cuenta que según Jonas, el padre había montado una excursión para todos. Alquiló un coche —un Volkswagen Caddy azul oscuro que este jueves fue retirado de la puerta de la vivienda tras el registro de la Guardia Civil—, prepararon bocadillos para un pícnic y los trasladó hacia la zona de Ifonche, adentrándose en un espacio escarpado entre dos barrancos.

“Todo parecía bonito y después el padre les engañó”, cuenta Annelies. “Les dijo que tenía regalos de Pascua metidos en una cueva“. El pequeño vio la agresión “muy fuerte” del padre a la madre. “Oficialmente no sabe que está muerta, pero vio que estaba muy malherida”, añade la holandesa, que describe a un niño inteligente y calmado que le hizo una reflexión que la dejó helada: “Él me dijo a mí: ´Más vale vivir que los regalos de Pascua´. Me llegó al alma”.

La mujer pidió permiso para que el niño se quedara con ellos. Y pasó en la casa Campo Alegre casi un día. Tenía arañazos en las piernas. Tuvo tiempo para jugar con el nieto de Annelies y José, su marido, al que llama cariñosamente Pepín. El nieto solo habla castellano y Jonas solo alemán, pero se entendieron. “Se rieron y se lo pasaron bomba”. Después le abrieron la camita plegable que hay bajo su cama y se durmió sin cenar. “Solo se comió un plátano. Estaba muy cansado. 

Cayó como un tronco”, cuenta la mujer. Lo dejó el miércoles a medio día bajo tutela de la Administración. Este jueves volvió a visitarlo. Le habían regalado dos golosinas. El niño sonrió y le dijo: “Una para mí y la otra la guardo para mi hermano”.

Con información de El País

Sé el primero en comentar

Déjanos un comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


*