CRÓNICA POLITICA: ¿Por qué es necesaria una reforma electoral?

 

Rosy RAMALES

Tiene razón el consejero presidente de Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello, en la imperiosa necesidad en nuestro país de “no retroceder” en los logros alcanzados desde 1977 en materia democrática y electoral.

Ello en torno a una posible reforma electoral, como parte de la agenda inmediata del Congreso de la Unión, en cuya Cámara de Diputados se han llevado a cabo foros sobre los temas a abordar en un eventual rediseño del modelo electoral.

Sí, no se debe retroceder en los logros. Sin embargo, desde aquél año –y quizá desde antes– hasta la reforma del 2014  –que ha sido la última en la materia— también ha habido retrocesos y la imposición de normas lesivas a la democracia, a la pluralidad y al mismo bien de los mexicanos.

De entrada se crearon los legisladores de partido; ni representantes del pueblo, ni de las entidades federativas, sino de los partidos políticos.

Luego distorsionaron la génesis de los diputados de partido, la cual llevaba implícita su “terminación automática” en el sistema electoral mexicano; deformaron el espíritu de la reforma haciendo engordar la Cámara con 500 diputados (300 de mayoría y 200 pluris), convirtiéndola así en un organismo caro e infecundo.

Igualmente volvieron obesa la Cámara Alta al aumentar 32 senadores de representación proporcional (plurinominales), cuya creación rompe con uno de los principios del Pacto Federal; esos escaños no tienen identidad estatal.

Ya era suficiente con los 32 de mayoría, y un exceso los 32 de primera minoría; éstos quizá en parte justificados, ¡pero los puramente de partido! En total suman 128 senadores.

Más tarde, al Consejo General Electoral le aumentaron paulatinamente el número de consejeros de seis hasta llegar actualmente a 11. Y si nos atontamos, pronto los incrementarán a 20. Bueno, la tendencia en la llamada “Cuarta Transformación” es la disminución y tal vez hasta la desaparición de los mismos.

Seguramente es lo que asusta y no quieren los actuales consejeros electorales bajo el argumento de que entonces habría una afectación a la autonomía, a la independencia y a la pluralidad en el órgano administrativo electoral.

Pero quien sabe, cuando esa pluralidad es más bien la participación partidista en el Consejo General del INE, donde cada partido tiene un representante. Sin embargo, están sobre-representados porque a decir verdad cada consejero obedece a la filiación que lo impulsó, además los representantes legislativos responden a su respectivo partido.

Con tal partidización, ¿dónde queda la independencia y la autonomía? Lo ideal sería que ningún partido político tuviera el menor coto de poder en el INE. Lo malo es que los consejeros del órgano central son designados por la Cámara de Diputados; tal vez un procedimiento de insaculación mermaría la partidización.

Claro, intentarlo conlleva el riesgo de un resultado a la inversa. Por ejemplo, que la Cuarta “T” consume un retroceso y volvamos a la época en que el Secretario de Gobernación presidía el Consejo Electoral.

Pero también puede resultar un órgano de integración ciudadana pura y, por lo mismo, independiente y autónomo.

Evidentemente, para amarrarle las manos a los morenistas a fin de evitar cualquier retroceso es necesario contar con partidos políticos de oposición fuertes, vigorosos, que cumplan su función de contra-peso; no satélites tal como le funcionaron al PRI.

En fin. ¿Qué otra reforma lesiva ha habido? Bueno, en 2014 prácticamente se cambió el modelo electoral; hubo muchas modificaciones para bien, pero también otras para mal.

El espíritu de la reforma vale, pero en los hechos se ha distorsionado; ahí están los Organismos Públicos Locales (OPL), donde el INE replica la partidización en la designación de los consejeros electorales por más que la maticen con exámenes (misma que aplican en la selección de los consejeros de los órganos desconcentrados).

Otra afectación en torno al bien general: La oportunidad a los partidos políticos que pierden el registro nacional de convertirse casi en automático en partidos locales; el establecimiento de una fórmula que da como resultado un altísimo financiamiento público a los partidos, y todavía a los nacionales se les concede financiamiento estatal.

En México hay millones de personas en pobreza extrema y en pobreza, mientras en los partidos políticos gozan de una vida de llena de lujos.

Otra más: Un umbral pequeñísimo para conservar el registros: Apenas del 3% del total de la votación emitida. Y en ocasiones ni así lo consiguen; ahí está el caso del Partido Encuentro Social (PES). Cierto, es necesario el fortalecimiento del sistema de partidos, pero con partidos reales, fuertes, competitivos; no entelequias.

En fin, para acabar con los privilegios y todo fraude a la auténtica pluralidad democrática, pensando en el bien de la ciudadanía y de México, es necesaria una reforma electoral. Eso, más allá del gancho de la austeridad.

Y Lorenzo Córdova lo sabe. Tan lo sabe que siempre ha reconocido que “siempre es perfectible el sistema electoral”.

SOBRE EL DEBATE PRIISTA

En el segundo debate entre las candidatas y el candidato a la dirigencia nacional del PRI (Ivonne Ortega Pacheco, Lorena Piñón y Alejandro Moreno Cárdenas) los tres se dieron con todo, se llamaron corruptos entre sí y los tres llamaron a la unidad del partido.

Moreno Cárdenas se vio algo nervioso y evasivo, aunque no perdió oportunidad para poner en su lugar a Ivonne Ortega.

Ivonne, por su parte, se vio contundente, decidida, y tampoco perdió oportunidad para arremeter en contra del campechano sobre todo con lo de la “Casa Blanca”, los 35 millones de pobres más en Campeche y un empréstito.

Y Lorena, además de nerviosa, solo mostró habilidad para leer tarjetas que alguien le hizo; si ella tuviera ciertos y claros los datos los hubiese enunciado sin necesidad de escritos de por medio. Casi no tocó a Alejandro Moreno; más bien su ataque lo dirigió en todo momento a Ivonne.

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Correo: rosyrama@hotmail.com

Rosy RAMALES

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