CRÓNICA POLÍTICA: No politicen, ni jueguen con la salud de los mexicanos

 

Rosy RAMALES

Aún cuando el acceso a la salud es un derecho fundamental, y por lo mismo es obligación del Estado garantizarlo con hospitales, médicos y medicinas suficientes y de calidad, el gobierno se hace el desentendido creando paliativos como el Seguro Popular, cuya cubertura no alcanzaba para pacientes con determinadas enfermedades.

Sin embargo, el Seguro Popular, creado en el 2003 siendo el Presidente de la República el panista Vicente Fox Quesada, se ganó la confianza del grueso de la población beneficiaria: Personas que carecían de seguridad social; o sea, sin acceso a los servicios del IMSS y del ISSSTE y generalmente de bajos recursos económicos.

Así pues el Seguro Popular se convirtió en la alternativa, asegurando a población abierta; pero una alternativa limitada por brindar atención solo a personas con determinado nivel económico y en ciertas condiciones de salud, mediante un esquema operativo donde los gobiernos federal y estatal aportaban la mayor parte y el beneficiario una cuota mínima.

El Seguro Popular siguió en el sexenio del presidente Felipe Calderón Hinojosa (también del PAN) y se mantuvo en la administración el priista Enrique Peña Nieto; en tres sexenios creció considerablemente la membresía del programa. Incluso, la población beneficiaria apeló al mejoramiento de esta política pública, pero no a su desaparición.

Pero llegando el presidente Andrés Manuel López Obrador (de Morena) anunció otro esquema para crear el Instituto de Salud de Bienestar (Insabi) en lugar del Seguro Popular, el cual funcionó 17 años.

La transformación del sistema de salud, se ha dicho, no consiste solamente en cambiar de nombre, sino se trata de “eliminar ataduras para que no excluya a ningún mexicano por razones presupuestarias, y tampoco limite la atención a un catálogo de enfermedades”, como sucedía con el Seguro Popular actualidad.

Sonó bien, porque precisamente era lo pretendido por la mayoría de la población.

Además el nuevo esquema inserto en la federalización de la Salud, terminaría con la corrupción tanto en al orden federal como en las entidades en cuanto a la compra de medicinas, que se convirtió en un negocio redondo para gobernadores, sus funcionarios en la materia y ciertos laboratorios.

Hubo casos verdaderamente patéticos como el atribuido al gobierno del estado de Veracruz encabezado por Javier Duarte de Ochoa. Menos sonado, pero igual de repugnante, fue el tráfico de medicamentos en el sexenio de Gabino Cué Monteagudo en Oaxaca, cuyo colaborador a cargo del Seguro Popular anda como si nada.

Qué…¿todo quedó en meras habladurías?

En fin, es buena la intención del presidente López Obrador estrictamente desde el punto de vista de eliminar obstáculos “para que no excluya a ningún mexicano por razones presupuestarias, y tampoco limite la atención a un catálogo de enfermedades”. Y con esa idea se crea el Insabi.

Lo malo es lo siguiente (y que harto han dicho especialistas en materia de salud): La falta de planeación y la falta de presupuesto para ampliar la cubertura vía el Insabi, creado bajo una lógica de derechos.

Y aquí viene el pero: La centralización, pues echar mano de los recursos de las entidades federativas en materia de salud tiende a dejar a los gobernadores con los brazos cruzados, quedando la población beneficiaria y a los trabajadores en materia de salud a merced del Gobierno Federal.

Por una parte esta bien, que los trabajadores hagan sus borlotes en la capital del país cuando falten medicinas o quieran aumento de suelo o mejoras en prestaciones. Lo malo es que la población beneficiaria siempre terminará pagando los platos rotos.

De hecho, ya los está pagando, porque existe tal desinformación en torno al Insabi, que ni en el mismo Sector Salud saben qué está pasando. Están como atados de manos por falta de reglas de operación, y en algunos lugares se reciente la escases de medicinas.

Mientras morenistas… o por lo menos seguidores de AMLO se dan duro en redes sociales con panistas y todo aquél que ose realizar cuestionamientos en torno al Insabi.

Al final de cuentas, si las cosas salen mal, tanto gobierno federal como gobiernos estatales tendrán la culpa, por lo menos a los ojos de los mexicanos con acceso a los servicios de salud vía Insabi.

Pero si todo sale bien, toda la gloria será solamente para el gobierno federal creador del Instituto de Salud de Bienestar.

Resultaría algo así como una apuesta electoral en la proximidad de las elecciones más grandes en las historia del país: Las del 2021.

Y ahí radicaría lo peor: Que la salud de los mexicanos se convierta en una bandera político-electoral: El gobierno federal colgándose la medalla si le resulta el experimento llamado Insabi, incluso, haciendo caravana con sombrero ajeno al emplear los recursos de los estados; los gobiernos locales de oposición culpando a AMLO de cualquier fracaso en su política en materia de salud.

Bueno… algunos gobiernos de oposición (Movimiento Ciudadano y PAN) porque los priistas han estado a las atentas órdenes del presidente López Obrador (morenista). Y así la Conago se ha convertido en una dependencia más del Ejecutivo Federal, entonces ¿qué van a resolver en su próxima reunión?

 

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Correo: rosyrama@hotmail.com

Rosy RAMALES

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