Chad, en el espejo de al-Bashir.

 

Guadi Calvo*.

 

El presidente Idriss Déby, al frente del Movimiento Patriótico de Salvación y con el acuerdo de Francia, llegó al poder tras un golpe de estado en 1990 contra el general Hisséne Habré. Desde entonces ha “ganado” por un amplio margen todas las elecciones, además de haber logrado conformar uno de los ejercito más poderosos del continente, y contar con el aval de las potencias occidentales, incluso de Israel con quien acaba de establecer relaciones junto a una serie de acuerdos fundamentalmente en el área de la seguridad, está comenzando a padecer las consecuencias de haber mantenido durante casi treinta años a sus 13 millones de habitantes en uno de los sistemas de represión y miseria más terribles de África, por lo que su destino parecía estar empezando a reflejarse en el espejo de su vecino el dictador sudanés Omar al-Bashir, que tras 30 años de dictadura acaba de caer.

Ahora después de un año de tregua, la guerra que mantiene el régimen del presidente Déby, contra los mineros ilegalizados en la región de Tibesti, acaba de reanudarse.

Se conoció, que en los enfrentamientos de la primera semana de octubre, han muerto más de 22 mineros a manos del ejército en los alrededores de Miski, en la provincia de Tibesti-Borkou (centro-norte, fronteriza con Libia), una región desértica pero con un importantes yacimientos de oro. Además el “Comité de Autodefensa de Miski” denunció que desde N’Djamena, se han trasportado hacia la norteña ciudad de Faya, una importante cantidad de armas químicas, para ser utilizarlas contra la población civil de Tibesti, un punto clave en la ruta de tráfico de todo tipo de mercancías entre Chad, Libia y Níger, y de los migrantes que intentan llegar a Libia, en búsqueda de los puertos del Mediterráneo, para pasar a Europa. Además de las incursiones desde Libia y Sudán, de diferentes grupos rebeldes que luchan contra el gobierno central, como la Unión de Fuerzas por la Resistencia (UFR) contra los que en febrero pasado la aviación francesa, a pedido de Déby, realizaron varias incursiones, lo que habría producido “daños colaterales” entre la población civil.

Tras el descubrimiento de los yacimientos de oro en 2012, toda la región sufrió una seria desestabilización con la llegada de miles de mineros cuentapropistas, desertores del ejército, milicianos de los grupos rebeldes, aventureros sudaneses y traficantes de toda laya, lo que no solo ha obligado al gobierno de Déby, a militarizar el área, sino que entre el aluvión de oportunistas y los Teda, el grupo étnico predominantemente en la antigua provincia de Tibesti, se generó una fuerte tensión. 

Este revulsivo coctel al que se le suman los constantes accidentes fatales como el derrumbe de una mina producido el último 23 de septiembre en Kouri Bouguidi, en el que murieron 30 mineros, mientras otros 60 todavía siguen sin aparecer, ha llevado al gobierno a ordenar a las fuerzas de seguridad, la incautación todas las armas, vehículos y teléfonos satelitales, en el marco del estado de emergencia establecido para Tibesti en agosto pasado. 

Las tensiones son especialmente evidentes en las áreas mineras de Kouri Bougoudi y Miski, en el noroeste de Tibesti, desde que los militares iniciaron la operación de desarme, similar a las que ya se realizaron en las provincias de Ouaddaï y Sila, lo que sin duda no será sencillo ya que Miski, se encuentra bajo el control del comité de autodefensa desde agosto de 2018, en defensa de los yacimientos de oro, a los que el régimen intenta explotar, declarando a los mineros como ilegales, por lo que el ejército destacó 5 mil efectivos a los que se les ordenó ejecutar a quienes se considere “problemáticos”.

En noviembre pasado, después de tres meses de violentos enfrentamientos entre el ejército y los aldeanos, fueron bloqueados los accesos a las áreas rebeldes y ahora el Comité de Autodefensa de Miski se niega a permitir el desarme. 

Por lo que en el mediodía del jueves 3 de octubre, en la localidad de d’Arkinia, a unos 20 kilómetros de Miski, hombres del ejército, confiscaron algunos vehículos, vehículos, teléfonos y detuvieron a quince personas. Tras lo que se generaron violentos enfrentamientos, en los que dos vehículos militares sufrieron importantes daños tras haber pisado minas sembradas por los trabajadores. Cuando los militares intentaron replegarse hombres pertenecientes las autodefensas los rodearon impidiéndoles la huida.

En un intento de rescatar a los militares retenidos comenzó una secuencia de ataques de artillería pesada que duró prácticamente todo el viernes 4, lo que obligó a los mineros a retirarse a posiciones defensivas, que según algunas fuentes locales siguen manteniendo. Los choques ocurrieron en la zona aurífera de la localidad de Miski, en una operación de evacuación del Ejército que se topó con la resistencia de la población local. 

A pesar de que los voceros militares insistieron en que dichos enfrentamientos no se habían producido, “ya que el rol del ejército es controlar desde principio de año a las organizaciones que explotan ilegalmente los yacimientos de oro”, se conoció que además de los 22 mineros asesinados en los enfrentamientos murieron siete soldados. 

Las milicias de autodefensa civiles se conformaron tras el descubrimiento de los depósitos de oro, aunque se cree que es una cobertura del Consejo de Mando Militar para la Salvación de la República (CCMSR) que desde finales de agosto de 2018, la aviación francesa ha bombardeado diferentes pueblos en procura de terminar los insurgentes, que han producido importantes pérdidas al ejercito por lo que N’Djamena inició la operación de limpieza excusándose en la lucha contra la minería ilegal. 

En agosto de 2018, al menos tres aldeas fueron bombardeadas de lo que dada la censura informativa es prácticamente imposible conocer los daños. Aunque se supo que en el marco de esos ataques, un grupo de aldeanos de Yebibu que viajaban a una boda fue atacado y si bien oficialmente se reconoció que algunas personas fueron heridas, no se informó acerca los seis muertos según denunciaron los sobrevivientes. 

Una hoguera que se reaviva.

Los riesgos de una nueva escalada en Tibesti son altos si continúan los choques entre el gobierno y las autodefensas, asociadas a los diferentes grupos rebeldes que actúan en la frontera ente Libia y Chad.

Otro de los conflictos que sacude al país es el interétnico, en la primera semana de septiembre pasado, entre 37 y 44 personas murieron en los tres días enfrentamientos suscitados entre las entre agricultores y pastores en el este del país en la provincia de Ouaddaï, donde entre agosto y septiembre, se incautaron más de 2 mil armas de guerra y 7 mil municiones y desde enero se han producido otras 120 muertes, por las mismas razones.

La provincia de Ouaddaï, en la frontera con Sudán, es una zona de trashumancia de pastores árabes, en conflicto con los agricultores nativos. Un número desconocido de miembros de las fuerzas de seguridad, enviadas por el gobierno, según lo declaró el propio presidente “fueron fusiladas”, por los campesinos.

Los choques en Hamra, se iniciaron tras haberse encontrado el cadáver de un joven pastor, e inmediatamente se trasladaron a otras áreas de la región. El conflicto, que ya lleva varias décadas, se inicia siempre del mismo modo: la invasión de una manada de camellos a un sembradío. Por las mismas razones en la provincia de Sila, también en el este de Chad.

Mientras en el oeste del país en la región del gran lago del Chad, hoy en franco retroceso lo que produce una crisis grave crisis alimentaria a los millones de personas que habitan sus orillas, la nueva ofensiva de Boko Haram, y de la wilāyat (provincia) del Daesh para de África Occidental, o ISWAP desde principio de año, según informes de Naciones Unidas (ONU) ha obligado al desplazamiento de 40 mil personas, carentes de refugios, agua potable y asistencia sanitaria básica, por lo que se una epidemia de sarampión que comenzó a mediados de 2018y se ha mantenido desde entonces ya han afectados a 25mil personas  al tiempo que desde julio último se han comenzado a reportar algunos casos de cólera, que hasta ahora no han superado los cien afectados, pero como todo en el Chad, comenzará a arder, hasta calcinar todo.

 

*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

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